_
_
_
_
Reportaje:

"Estás gordo como un choto"

Curro García, obsesionado con el peso, dio positivo por un producto que tomaba para inhibir el apetito

Carlos Arribas

No todos los dopajes son iguales. Ni todos los productos son EPO, nandrolona o cosas así. Hay deportistas que toman substancias prohibidas para ganar, para ser más fuertes, más rápidos, más duros; hay otros que se dopan para no quedar descolgados. Los hay que saben lo que hacen, los hay que hacen lo que les mandan. Hay, también, gente como Curro García. Hay casos como el del joven ciclista de Sotillo de la Adrada, castigado con tres meses de suspensión por dar positivo en mayo con anfepramona. Hay, eso es, dopaje por necesidad.

Curro García es un ciclista sensible, un escalador con problemas de autoestima, propenso a creerse menos de lo que es. Un carácter tirando a débil, lo que no es lo más indicado para ser feliz en un mundo tan competitivo como el deporte profesional. O para estar a gusto con uno mismo en algunos equipos.

En su primera experiencia profesional, emprendida en 1998, chocó con la figura de Javier Mínguez, el extravertido director del Vitalicio.Un director de toda la vida con una obsesión desmesurada por el peso de los corredores. Su matinal saludo habitual era recordar a los ciclistas lo gordos que estaban; en los desayunos y las cenas, su máximo interés era controlar las piezas de pan o los cruasanes que engullía cada corredor. La mayoría de los ciclistas lo soportaban, aguantaban la presión. Curro García, como si fuera masoquista, no.

'Es que Mínguez se pasaba el día diciéndole 'estás gordo como un choto'', cuenta la madre del ciclista. Curro García parecía que reaccionaba bien al tramiento de choque, al rudo trato de Mínguez. O, al menos, eso pareció en el Tour de 1999, en el que el ciclista medio abulense tuvo una destacada actuación. Pero la realidad era otra. 'Curro', continúa su madre, 'empezó a tener problemas de obsesión. Comía y se metía los dedos para vomitar enseguida. Tuvo problemas de bulimia. Fue un desastre'. Curro García sufría y lloraba.

'Mínguez me dijo que tenía que resolver mis problemas, así que me tuve que buscar la vida en el pelotón', explica el propio corredor en la carta de exculpación hacia su nuevo equipo, el ONCE, incluida en el expediente sancionador. Curro García se buscó la vida. Encontró unas pastillas, la solución mágica. Las pastillas, la anfepramona, le venían muy bien para inhibir el apetito, pero tenían un pero para un deportista profesional: la anfepramona figura en la lista de substancias prohibidas por sus efectos estimulantes.

Curro García ingería el producto con cuidado, se controlaba para no tomarlo la víspera de las carreras ni durante las vueltas por etapas, y sobrevivió. Aguantó sin engordar y pudo ejercer su oficio. Desapareció el Vitalicio y García fichó por el ONCE. 'Tenía tanto miedo de pasarse con el peso', dice la madre del ciclista, 'que volvió a tomar las pastillas'. Desgraciadamente para él, en un control el 12 de mayo de 2001, en la Clásica de Alcobendas, Curro García dio positivo. 'Sólo quería que Manolo Saiz me viese delgado', escribe el ciclista en su explicación. Después de aquella carrera, el ciclista corrió el Giro, volvió a España y desapareció de la circulación. En agosto le comunicaron el positivo. El ONCE, como estaba firmado, le rescindió el contrato, aunque le pagó por toda la temporada. 'Fue un caso de automedicación, ni el equipo ni los médicos tuvieron nada que ver', dice Pablo Antón, del ONCE.

La primera sanción fue de seis meses, pero luego se le redujo a tres, hasta marzo de 2002. Curro García se hundió. Parecía que definitivamente. La depresión en que se sumió era un pozo sin fondo, un abismo. 'Tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico y tomar Prozac', dicen sus amigos. Sobrevivió.

Más aún. Ahora, García, concentrado en Italia con su nuevo equipo, es un hombre nuevo, sin problemas de autoestima. Hace vida normal. Ha recuperado la ilusión por el ciclismo. 'Ángel Buenache, su representante, ha hecho un trabajo increíble con él', dice Luis Sanz, su abogado. 'Y el equipo al que ha ido no tiene nada que ver con lo que conocía. Llegó allí con la verdad por delante, asumiendo su positivo, y allí se preocupan por él. Su director, Vincenzo Santoni, nos lo ha dicho: 'la recuperación de Curro es un reto personal para mí''.

Curro García firma autógrafos.
Curro García firma autógrafos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_