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Pujol rechaza la reforma de la Constitución para el Senado que CiU propugnó en su programa electoral

El presidente catalán califica de 'ridículas' las propuestas de autogobierno de la izquierda

Jordi Pujol no se ha cansado de repetirlo desde que las fuerzas de izquierda catalanas alcanzaron el compromiso para elevar el techo del autogobierno: reformar la Constitución para cambiar el Senado no vale la pena y además es, hoy por hoy, un imposible; es mejor releer la Carta Magna, como ayer mismo recordó. Sin embargo, el pasado mes de marzo, el grupo de CiU en la Cámara alta entregó a la ponencia que trabaja la reforma del Senado un texto en el que propone aquello que tanto indigna a Pujol cuando lo solicitan otros: la reforma del título tercero de la Constitución. Idéntica propuesta figura en el programa electoral de CiU para las generales de 2000.

'Nosotros no queremos hacer fuegos artificiales, ya que todo el mundo sabe que reformar la Constitución es muy difícil y no lo conseguirá nadie'. El presidente de la Generalitat desautorizó así el documento sobre el incremento del autogobierno suscrito por las tres formaciones de izquierda (socialistas, Esquerra e Iniciativa-Verds), que propone modificar la Constitución pero sólo para convertir el Senado en una auténtica Cámara de representación territorial. Ayer, en una rueda de prensa tras la primera reunión de la ejecutiva de la federación, Pujol afirmó que CiU es contraria a introducir cambios en la Carta Magna circunscritos al Senado. Quiere que las modificaciones, en caso de plantearse, sean de mayor calado para otorgar más poder político a las comunidades autónomas.

El pasado miércoles, en su discurso en el acto oficial del Día de la Constitución, Pujol reiteró su tesis: 'Sería una revisión que no se podría limitar al Senado, pues todo el mundo sabe que con vistas a la redistribución del poder político esto tiene un alcance muy limitado. Por no decir que, al menos visto desde Cataluña, probablemente no tendría ninguno'.

Pujol puso ayer palabras al nerviosismo que ha provocado en las filas de Convergència i Unió el documento de autogobierno de la izquierda. El presidente lo calificó de 'ridículo' y añadió que socialistas, Esquerra e Iniciativa actúan para 'quedar bien', y CiU, en cambio, 'para conseguir resultados y no de cara a la galería'.

Pero el programa electoral de CiU de las elecciones generales de 2000 y el informe que los nacionalistas presentaron en la ponencia de reforma del Senado plantean, precisamente, lo que ahora Jordi Pujol rechaza y reprocha a los partidos de izquierda.

El programa electoral, por ejemplo, defiende la revisión de la Carta Magna sólo para reformar el Senado, ya que el incremento de techo competencial de la Generalitat puede conseguirse mediante una lectura más autonomista de la Constitución. 'Por tanto', se asegura en el programa, 'si existe el consenso necesario, propugnamos una reforma constitucional del Senado (...)'.

En el documento que se presentó ante la Cámara alta, los nacionalistas catalanes propugnan la reforma del Senado a través del título tercero de la Constitución, el que se refiere a las Cortes Generales. 'Hay argumentos suficientemente poderosos para plantear que la reforma que debe operar el Senado debe ser de carácter constitucional y no de orden reglamentario', asegura el texto.

El informe, que fue entregado a la ponencia que estudia la reforma del Senado, especifica que cualquier cambio en la Constitución debe hacerse con el consenso de todas las fuerzas política y rechaza un posterior referéndum para su aprobación. Ayer, cuando Pujol rechazó de nuevo revisar la Carta Magna, señaló que, además de un amplio consenso, las propuestas tendrían que ser ratificadas posteriormente en una consulta popular.

En la ponencia del Senado que estudia su reforma, el PSOE presentó una propuesta que entonces no incluía la reforma de la Constitución, sino tan sólo modificaciones del reglamento interno de la Cámara. La Entesa Catalana de Progrés, que engloba a los socialistas catalanes, Esquerra e Iniciativa, defendió otras propuestas más autonomistas y un cambio en profundidad de la Cámara alta.

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