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Reportaje:

Los 'yakuza' miran atrás con ira

La Filmoteca presenta la filmografía del renovador Suzuki, precursor de Tarantino, y el rompedor realismo del 'Free Cinema'

Ferran Bono

Sus películas apenas son conocidas en España. Y sin embargo el espectador que asista al ciclo inaugurado ayer en el Institut Valencià de la Cinematografia-La Filmoteca descubrirá una serie de tipos y referencias muy familiares. No en vano, las películas del veterano realizador japonés Seizun Suzuki han influido de forma manifiesta en cineastas actuales con tanto predicamento como Quentin Tarantino, Jim Jarmusch, Takeshi Kitano o John Woo. Quien se haya sorprendido con la pandilla de matones de Reservoir dogs constatará que la originalidad de Tarantino radica no tanto en su capacidad para inventar como en su indiscutible habilidad para hacer suyo todo un catálogo de imágenes concebidas por otros. Compárese, por ejemplo, con Marcado para matar, realizado por Suzuki ya en 1967. Jarmush, como otros, no oculta sus cartas y rinde un homenaje explícito a la película del cineasta nipón reconstruyendo en Ghost dog esa secuencia en que el asesino mata a su víctima disparando por una cañería.

Empapados de las películas B americanas, Suzuki renovó los códigos narrativos y estéticos del cine nipón de gangsters. Los yakuzas, la mafia japonesa, son retratados bajo un prisma muy poco convencional. Sus películas son a veces surrealistas, coloristas e incluso alocadas, siempre adoptando un particular distanciamiento no exento de un personal sentido del humor que ha calado en la crítica occidental sólo desde hace unos años. Tampoco en Japón era muy popular hasta la década de los años ochenta. Como sucede en ocasiones, de la ignorancia se pasa a la adoración, en un proceso que tiene que ver con la búsqueda de lo novedoso.Y si el camino está jalonado de elementos exóticos, mejor que mejor.

En el caso de Suzuki cualquier reconocimiento, aunque tardío, es justo. Además de sus películas de acción, ha realizado apreciables melodramas, también caracterizados por el uso del color, de una estética sorprendente y de unas pinceladas de erotismo.

A sus casi 80 años y con 45 años de trayectoria a cuestas, el realizador de filmes como Marcado para matar, La puerta en la carne o Pistol Opera reconoció sonriente en el reciente Festival Internacional de Cine de Gijón que si hay sexo en sus películas es porque, sencillamente, él ya no está para muchos trotes para practicarlo. Ajeno a las ínfulas de autor, se declaró un artesano a quien ya le hubiera gustado llegar a ser Kurosawa, pero que se conforma haciendo películas para entretener. Un artesano -o autor, para muchos otros- ahora reivindicado por la crítica occidental, como pone de manifiesto el ciclo organizado por La Filmoteca en colaboración con el Festival Internacional de Cine de Gijón y la Filmoteca Española, que proyectará un buen número de sus películas.

La relación entre el IVAC y el festival asturiano de cine independiente, uno de los más interesantes del panorama cinematográfico nacional, está resultando muy fructífera. Además del ciclo de Suzuki, que empezó ayer, La Filmoteca ha programado una ambiciosa retrospectiva del más concido Free Cinema. Su aparición en la década de los cincuenta y sesenta estuvo ligada a la tradición documental del cine británico. Un grupo de realizadores como son Lindsay Anderson (If...), John Schlesinguer (Darling...) o Tony Richarson (Tom Jones, La Soledad del corredor de fondo o Mirando hacia atrás con ira) y de actores como Richard Burton rompieron con las ataduras del sistema y abrieron la puerta a la modernidad.

Introdujeron una forma de rodar más libre e incorporaron inquietudes de índole social, vinculadas estrechamente con su tiempo. La influencia de este movimiento realista se deja notar hoy en cineastas como Ken Loach, Mike Leigh o Michael Winterbottom.

El Free Cinema y la Nouvelle Vague fueron los catalizadores de la renovación del cine occidental. La Filmoteca, que proyectará casi sesenta títulos, presentará un libro colectivo coordinado por los críticos Carlos F. Heredero y José Enrique Monterde, la 'primera aproximación rigurosa al movimiento británico en español', según indica La Filmoteca.

Cartel del filme <i>Pistol Opera</i>, de Suzuki, que concursó en el pasado festival de Venecia.
Cartel del filme Pistol Opera, de Suzuki, que concursó en el pasado festival de Venecia.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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