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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Filetes de gorila

El zoológico de Jerez encabeza una campaña para frenar la caza ilegal de animales africanos

Algunos zoológicos ya no son las casas de fieras que conocieron nuestros abuelos. Ni siquiera se limitan a la simple exhibición de animales más o menos exóticos, aunque esta siga siendo la faceta más popular de este tipo de establecimientos. Cada vez son más los centros implicados en tareas de investigación, educación ambiental o recuperación de especies amenazadas.

El zoológico de Jerez es modélico en este sentido, y así lo han puesto de manifiesto numerosos colectivos ecologistas. La Asociación Española para la Defensa de la Naturaleza (Adena), lo consideró, en un completo informe nacional sobre esta materia, 'un ejemplo a seguir por el resto de los zoos españoles'.

En Jerez, a diferencia de otros establecimientos similares, existe un departamento de educación, con una biblioteca de uso público, que elabora su propio material didáctico para los escolares que visitan las instalaciones. Está integrado en planes internacionales de estudio y conservación de animales en peligro de extinción, como el ibis eremita, el panda rojo o la gacela dorca. Colaborador habitual del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil y de la Consejería de Medio Ambiente, trabaja en la recuperación de especies amenazadas de la fauna andaluza, como el cernícalo primilla, el lobo, el águila imperial o el lince ibérico.

Fiel a esta filosofía de trabajo, el zoo jerezano ha encabezado, a lo largo de este año, una campaña, en la que también han intervenido los zoológicos de Barcelona y Valencia, con la que se trataba de transmitir a los visitantes el problema de la caza ilegal en África. La iniciativa partió de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), convencida de que estas prácticas podían causar, en menos de 10 años y en amplias zonas del vecino continente, la extinción de un buen número de rumiantes, pequeños antílopes y primates.

A los visitantes se les invitaba a firmar un manifiesto en el que se detallaban las nefastas repercusiones de la caza furtiva y se solicitaba a las autoridades europeas y africanas el control de este tipo de actividades ilícitas. En total, y en los 250 zoológicos asociados a este colectivo, se han reunido más de un millón y medio de firmas. En Jerez se cosecharon alrededor de 12.000, casi la mitad de las que España ha aportado.

A comienzos de este mes, el informe elaborado por la EAZA, junto con las rúbricas de los ciudadanos, fue entregado a las autoridades de Bruselas y remitido, asimismo, al Parlamento europeo. A la vista de esta denuncia, y su importante respaldo social, la presidencia belga de la UE hizo público un comunicado en el que se manifestaba decidida 'a luchar contra la caza ilegal de animales salvajes en África, ya que esta práctica amenaza el mantenimiento de la biodiversidad'.

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Según la documentación aportada por la asociación de zoológicos, cada año, y sólo en la franja tropical africana, se comercia con un millón de toneladas de carne procedente de animales silvestres. Aunque esta ha sido una fuente de proteínas esencial para las comunidades indígenas, el crecimiento de las urbes ha disparado la demanda de este recurso alimenticio por encima de lo que la naturaleza es capaz de soportar. De ser una actividad de subsistencia ha pasado a convertirse en un negocio rentable, sobre todo porque las carreteras abiertas por empresas madereras y mineras han permitido un fácil acceso a zonas de selva virgen.

Los mismos camiones de transporte que se encaminan a las explotaciones forestales, pozos petrolíferos o yacimientos mineros, conducen esta carne a los mercados, en donde se vende a un precio más barato que aquella procedente de animales domésticos. También se destina a restaurantes que sirven platos exóticos para turistas, o se introduce en canales de exportación clandestinos, en cuyo caso el valor de la mercancía se dispara. 'Filetes de gorila o de pantera', asegura el informe de la EAZA, 'pueden ser servidos discretamente en restaurantes africanos de Paris, Bruselas o Londres'.

Los especialistas que han analizado este fenómeno calculan que el consumo de carne procedente de animales silvestres seguirá creciendo en África a un ritmo del 3% anual. Además, se están incorporando a estas prácticas especies que hasta ahora no merecían el interés de los cazadores, como reptiles, roedores o insectos.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Traficantes de vida

Según el Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF), el comercio ilegal de carne procedente de animales silvestres mueve en el mundo alrededor de 7,5 millones de dólares anuales (unos 1.400 millones de pesetas). Y esta es sólo la punta del iceberg del lucrativo negocio que gira en torno al tráfico de especies amenazadas, cuyos rendimientos se estiman en unos 4.000 millones de dólares (unos 750.000 millones de pesetas), cifra que sólo superan el contrabando de armas y el narcotráfico. Según el WWF, unas 700 especies, animales y vegetales, se encuentran en peligro inmediato de extinción como consecuencia de este comercio ilícito. -Primates. Más de 50 millones de individuos se capturan todos los años para ser utilizados en laboratorios de investigación, aprovechar su carne o venderlos como animales de compañía. -Reptiles. Diez millones de pieles se destinan a la confección de bolsos, zapatos y otros productos de lujo. -Aves. Cinco millones de aves exóticas terminan en las tiendas de animales de los países desarrollados. -Ranas. Cerca de 250 millones de ranas (sobre todo las ranas toro) son capturadas para su consumo en restaurantes. -Peces. Entre 400 y 600 millones de individuos, correspondientes a varias especies tropicales, se pescan para terminar en peceras y acuarios de todo el mundo. -Mamíferos. Alrededor de 15 millones de pieles arrancadas a mamíferos silvestres (nutrias y felinos, entre otros) se destinan a la industria peletera norteamericana, europea y japonesa. Tan sólo en lo que se refiere a los primates, especialmente afectados por la caza furtiva, la FAO considera que los efectivos de sus poblaciones africanas han descendido en un 85% a lo largo del siglo XX, y que algunas especies no podrán resistir más de una década sometidas a esta intensa depredación.

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