Batasuna traslada su actividad a Francia ante la posible ilegalización
El partido funciona de forma casi clandestina y protege sus archivos
Batasuna aún no es ilegal, pero sí clandestina. Los dirigentes de la coalición radical vasca han decidido anticiparse a la noticia de su posible ilegalización. Desde hace unos meses, el funcionamiento de Batasuna se parece bastante 'al del PCE en los últimos años del franquismo', en expresión de un agente de los servicios de información. El material más sensible de sus archivos -hasta ahora guardados en la sede de San Sebastián- ha sido trasladado a Bayona, a sólo 50 kilómetros pero ya en territorio francés, y sus dirigentes han cambiado sus despachos por una vida itinerante entre España y Francia.
La frase 'No, lo siento, hoy están reunidos en Bayona' se ha convertido en la más pronunciada por los telefonistas de las sedes de la antigua Herri Batasuna. El trabajo del partido se centra actualmente en debatir y ensayar -dentro del más riguroso secreto- las posibles respuestas a una hipotética ilegalización. Sus dirigentes no descartan la fundación de un nuevo partido para intentar esquivar las represalias legales, aunque esta maniobra -ya ejecutada en octubre de 1998, cuando Herri Batasuna se presentó a las elecciones autonómicas bajo la marca Euskal Herritarrok- también es tenida en cuenta por el Gobierno, que intentaría neutralizarla.
En lo único que coinciden estos días los dirigentes de Batasuna y los del PP es en intentar buscar respuesta a la misma pregunta: ¿Qué consecuencias tendría en el mundo nacionalista la ilegalización de HB?
Arnaldo Otegi, el portavoz de la coalición, suele manifestar en privado que, ante un ataque así, hasta los nacionalistas más moderados optarían por hacer causa común frente al Gobierno de Madrid, al que le saldría entonces el tiro por la culata. Un fantasma éste -el de la llamada a rebato para conjurar el peligro que viene de fuera- que también asusta en los despachos del Ejecutivo.
De ahí que tanto los responsables del Ministerio de Justicia como los de Interior se hayan puesto a la labor de encargar, analizar y en algún caso filtrar una serie de estudios para probar -todo lo fehacientemente que se pueda- la relación de HB con ETA. Un empeño gubernamental que persigue dos objetivos, uno fuera y otro dentro del país. Por un lado, el Ejecutivo pretende explicar allende las fronteras españolas que la ilegalización de HB no tendría nada de antidemocrático.
Sin ir más lejos, el viernes se supo que el Gobierno ya tiene listo un documento que va a presentar a los ministros de Justicia de la Unión Europea y que sostiene, con nombres y apellidos, que 'más de 200 dirigentes de HB, EH o Batasuna' también han sido militantes de ETA, unos antes y otros después de su andadura política. La segunda parte del plan del Gobierno consiste en enviar un aviso para navegantes de carácter doméstico: si HB es igual a ETA, sería el mensaje, allá el que opte por elegir el mal camino.
Todo esto, junto a la frenética labor diplomática contra ETA liderada estos días por Aznar, es interpretado en los ambientes radicales vascos como la señal inequívoca de que la máquina de ilegalizar ya se ha puesto en marcha. 'Tanto en medios policiales franceses como españoles', comenta un agente del servicio de información, 'se viene constatando desde hace meses un movimiento continuo de dirigentes del entorno radical entre un lado y otro de la frontera, aunque en las últimas semanas se ha convertido en un auténtico trasiego. Hemos visto coches abarrotados de documentación que han pasado la frontera'.
A pesar de los últimos ataques de ETA contra gendarmes, los dirigentes de HB consideran que todavía está lejos el día en que un juez o un político francés den el visto bueno al registro de una sede política. Y si no, ahí está el ejemplo de Juan María Olano, portavoz de Gestoras Pro Amnistía, quien ya lleva un mes paseándose, participando en manifestaciones y hasta saliendo en la televisión francesa a pesar de la orden internacional de detención cursada por el juez Garzón. 'La tradición democrática del PP', dijo precisamente Olano en una de esas entrevistas, 'es muy escasa, pero en otros Estados de la UE saben que es una barbaridad considerar terrorista a un partido político por sus ideas'.
Este periódico, que desde hace años tiene vetada la asistencia a los actos de Herri Batasuna, no ha podido por tanto confirmar la noticia de forma directa, pero sí en fuentes cercanas al partido radical.
Un eterno doble juego
'Quieren tener los mismos derechos que un partido democrático pero, mientras, siguen trabajando para ETA. Es su eterno doble juego. O, si no, que respondan a una pregunta: ¿cuándo han sancionado a alguno de sus militantes por atentar contra alguien? La respuesta es nunca'. Esta reflexión, puesta sobre la mesa por un alto cargo de Interior, refleja la preocupación del Gobierno de José María Aznar porque la posible ilegalización de HB pueda provocar un efecto boomerang y consiga unir a buena parte del nacionalismo vasco. Por su parte, Juan María Olano, desde su huida retransmitida, admite que tampoco HB las tiene todas consigo: 'Si el miedo que nos quiere meter el Estado español llega a tocarnos, ese día nos habrán ganado'.
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