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Reportaje:

Si es de izquierdas, bienvenido

Llamazares trata de aprovechar el tirón de las protestas contra el PP al cumplir un año al frente de IU

Carlos E. Cué

El PP goza de una amplia mayoría absoluta, no hay ni un sólo síntoma objetivo de recuperación de la izquierda política, pero los impenitentes dirigentes de Izquierda Unida, y especialmente su coordinador general, Gaspar Llamazares, están convencidos de que aún queda una posibilidad: encauzar las protestas contra el PP y atraer los votos de los descontentos.

La obsesión recurrente del nuevo líder, que en estos días cumple un año al frente de la coalición, se centra en cambiar de una vez por todas la imagen de sectarismo de IU para que se puedan acercar todos los que 'se están moviendo' en el espacio de la izquierda. Y éstos son, evidentemente, los estudiantes que protestan contra la nueva Ley de Universidades, los 'mal llamados' antiglobalizadores, y los miles de ciudadanos que están en contra de la guerra en Afganistán.

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Ha tenido que llegar el desastre electoral y el hundimiento político y económico de IU para que se produjera un giro de 180 grados en su actitud, pero todos los dirigentes coinciden en que lo de ahora, con sus problemas, no tiene nada que ver con el pasado. Sobre todo en su actitud hacia cualquier cosa que se mueva a la izquierda del PSOE. 'Tenemos que ser acogedores', decía ayer Llamazares en la clausura de unas jornadas organizadas precisamente para eso, para ver cómo se puede atraer a ese complejo y disperso mundo formado por ONG, movimientos políticos menores, plataformas...

La desesperación por ampliar el espacio llega tan lejos que se plantea la posibilidad de que alguno de estos colectivos participen en la elaboración de los programas de IU, algo impensable hace unos años. La coalición promete también recuperar unas primarias en las que fue pionera pero que abandonó en los últimos años de la gestión de Julio Anguita. Sin embargo, esta insistente búsqueda por extender el reducido espectro de la coalición no está exenta de problemas, sobre todo porque en ese mundo de la 'izquierda fragmentada' una organización como IU, que ha protagonizado innumerables escisiones y expulsiones, no está del todo bien vista. 'Que fácil es romperlo todo y cuánto cuesta rehacer los pedazos', comenta lacónico un dirigente sobre este asunto.

Pero todos coinciden en que hay que intenarlo. De hecho, hasta aquí la gestión de Llamazares es aplaudida por casi todos. Los problemas llegan cuando ese pragmatismo del que hace gala el coordinador general le hace ir demasiado lejos: 'Hay que hacer más política y menos buenas intenciones', sostiene Francisco Frutos, el secretario general del PCE, que salió derrotado en la última Asamblea de IU. Todavía colean las protestas del sector que lidera por el pacto con el PNV en el País Vasco. A pesar de ello, Frutos se ha retirado a su cuartel del PCE y parece que ese reparto de papeles ha acabado con las peleas internas que dominaron la anterior etapa.

Y aún sin divisiones en el primer plano de la agenda, los problemas no dejan de aparecer. El más grave que ha vivido Llamazares durante su mandato fue el del embargo de las cuentas por una deuda pendiente de 180 millones de pesetas. Ya acabó, pero IU sigue moviéndose al borde del abismo en lo que a cuentas se refiere.

El desastre siguiente fue el de las elecciones en Galicia, donde IU quedó como una fuerza completamente marginal, con menos de 10.000 votos. Y ése es precisamente otro de los graves problemas, según Luis Carlos Rejón, responsable autonómico: hay zonas de España en las que la coalición, la tercera fuerza política de implantación nacional, corre el riesgo de desaparecer. También por eso IU está dispuesta a abrise no sólo a fuerzas sociales, sino a los partidos nacionalistas de izquierdas que quieran sumar fuerzas.

El mayor de los problemas, según admiten todos, es la desaparición de la escena mediática. Tanto, que Llamazares sigue siendo un líder relativamente poco conocido (sólo el 45%, según el CIS). Y ni siquiera muy bien valorado (sólo un 3,9, muy por debajo de Zapatero y Aznar). El coordinador bromea incluso con que ni siquiera le han hecho un guiñol en Canal+, pese a que ha llegado a sugerírselo a dirigentes de esta cadena de televisión.

A pesar de todo, la gestión de Llamazares, protagonizada por los pactos -IU ya gobierna en tres comunidades, algo inédito- se sigue basando en la confianza de cubrir todo el espacio que el PSOE va dejando a la izquierda, con su 'deriva centrista y pactista con el PP'.

Próxima batalla: el PCE

En Izquierda Unida, por hartazgo de unos, por abandono de otros, y sobre todo por falta de interés de la mayoría, las batallas internas dejaron de ser protagonistas cuando se dilucidó la última, que partió por la mitad a la organización y acabó con la victoria de Llamazares frente a Frutos por un solo voto. Ahora que se acerca el XVI congreso del PCE, el partido hegemónico, previsto para marzo de 2002, los cuchillos comienzan a afilarse, pero sin muchas ganas. Queda aún tiempo para que la situación se agrave pero, de momento, todo parece encaminado a que Francisco Frutos salga reelegido tras un pacto con Gaspar Llamazares para repartirse el poder de forma más o menos equitativa, algo similar a lo que se hizo en IU tras la VI Asamblea.

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