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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

De empresarios a afiliados

Varias asociaciones de autónomos de distintos sectores se unen en una organización nacional

Amaya Iríbar

El colectivo de trabajadores autónomos ha crecido un 20,7% desde 1990, hasta superar los tres millones de españoles. Se trata de un colectivo heterogéneo y poco articulado que ha tenido dificultades para plantear demandas comunes. Este fin de semana, las 16 asociaciones distintas agrupadas en UPTA celebran su primer congreso nacional.

En Francia les llaman los solos, así, en español. En España podrían recibir el mismo nombre, ya que alrededor del 70% de los trabajadores por cuenta propia no tiene asalariados a su cargo, según mantienen distintas asociaciones.

La principal demanda compartida es la mejora de la cobertura social, ya que no tienen derecho a las mismas prestaciones que los asalariados
Son empresarios, pero los problemas de la mayoría no tienen nada que ver con lo que defienden las grandes patronales
Los autónomos suelen asociarse con comercio y agricultura, que están en declive. Su presencia es cada vez mayor en nuevas profesiones

De los más de tres millones de españoles que son su propios jefes, la mayoría -2.622.678, según la estadística del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales a 31 de octubre- cotiza en el régimen especial de trabajadores autónomos; otros 310.684 lo hace en el agrario, y 16.786, en el del mar. A estos tres grupos habría que sumar los empleados del hogar y aquéllos que han sustituido la Seguridad Social por alguna mutualidad profesional -es el caso de muchos abogados- para hacerse una idea de lo extenso y heterogéneo que es este colectivo, que supone alrededor del 20% de la población activa.

El régimen de la Seguridad Social para autónomos divide a estos trabajadores en 10 sectores: agricultura, minería, madera y corcho, material eléctrico, construcción y energía, comercio -más de un millón de cotizantes-, transporte y comunicaciones, actividades inmobiliarias, educación y 'otras actividades sociales', un cajón de sastre en el que cabe de todo, desde bibliotecarios hasta distribuidores cinematográficos, periodistas, teletrabajadores o monitores deportivos.

Legales y 'falsos'

Además, los hay que se ajustan perfectamente a la definición del trabajo por cuenta propia -realizan su actividad con independencia, no están sujetos a la jerarquía de una empresa ni reciben un salario-, otros que la bordean, como los que reciben el total de sus ingresos de la misma compañía y los 'falsos autónomos', que ocupan un puesto de trabajo estructural, cumplen un horario y están sometidos a un jefe, pero no mantienen una relación laboral con la empresa.

El sector está además en transformación. Las actividades a las que tradicionalmente se solía asociar a estos trabajadores -pequeño comercio y agricultura- están en declive, mientras crece el número de autónomos en el sector servicios y en nuevas profesiones, explica Sebastián Reyna, presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA), integrada en UGT y una de las organizaciones que intentan unir esfuerzos para mejorar las condiciones de este colectivo.

Las diferencias de actividad, cualificación e ingresos hace difícil que este colectivo se una para plantear demandas comunes. Pero las hay. La mejora de la cobertura social es una de ellas. Los autónomos no tienen derecho a cobrar el subsidio de desempleo, deben pagar más si desean acogerse al permiso de incapacidad temporal, que además disfrutan sólo a partir del decimoquinto día, y, según el análisis que ha hecho la UPTA, su pensión media es un 43% más baja que la de los asalariados. Otro ejemplo de las desigualdades con el régimen general está en los accidentes de trabajo. Si un taxista asalariado tiene un accidente de tráfico se considera accidente laboral, pero si éste es autónomo se considera un incidente de tráfico.

'La base mínima es ya un 41% más alta que para el resto de los trabajadores', asegura una de las ponencias del congreso de asociaciones, pero 'las prestaciones se encuentran congeladas'. Entre los primeros objetivos de todas las asociaciones de autónomos está la igualación de éstas los asalariados.

También en el terreno fiscal, donde la supresión del impuesto de actividades económicas, la posibilidad de contratar a familiares o medidas que incentiven el asociacionismo.

'Hay un tratamiento unívoco para una realidad que es bastante variada', reconoce el diputado de CiU Heribert Padrol, que participa en la subcomisión que estudia en el Congreso de los Diputados un estatuto para la microempresa, el trabajador autónomo y el emprendedor que debe concluir en esta legislatura.

Entre los distintos partidos políticos hay cierto consenso en acercar la cobertura de los autónomas a la de los asalariados, asegura. El PSOE va más allá y trabaja en un estatuto específico para estos trabajadores, que llene el vacío legal que existe sobre esta figura, explica el diputado Francisco Amarillo. Un equivalente al estatuto de los trabajadores que estableciera sus derechos y obligaciones.

La creación de la subcomisión es sólo un ejemplo de que existe cierto movimiento en torno a este colectivo. La Organización de Profesionales Autónomos empezó a trabajar hace más de 10 años y existen un buen número de organizaciones similares, la mayoría de ellas sectoriales y con un número pequeño de miembros.

Los dos sindicatos fuertes -CC OO y UGT- han abordado el problema en los últimos años, tanto a través de servicios de asesoría jurídica y fiscal para este colectivo como con acciones más ambiciosas. Es el caso del congreso que se celebra este fin de semana en Madrid, impulsado por la UPTA, y que acoge a 16 asociaciones sectoriales y regionales, con la vocación de crear una organización nacional que agrupe a profesionales independientes de cuantos más sectores, mejor. Entre todas reúnen 14.000 afiliados, calcula Reyna.

La incapacidad para unirse ha sido una de las razones de que este colectivo no haya conseguido alcanzar los objetivos que comparten. A pesar de ser millones.

El transporte en un sector donde abundan los autónomos.
El transporte en un sector donde abundan los autónomos.ULY MARTÍN

El camino intermedio de Panrico

La empresa de bollería Panrico no ha esperado a la existencia de un estatuto del trabajador autónomo para regular por su cuenta los derechos de sus empleados independientes. No en vano el grueso de su red de distribución está en manos de trabajadores con los que no mantienen relación laboral alguna, si bien trabajan casi de forma exclusiva para la empresa. Estos trabajadores están unidos a Panrico por un contrato mercantil, mientras los empleados de las fábricas están sujetos a contratos laborales, indefinidos o temporales. El número total de vendedores está en 2.767, y el de trabajadores en las fábricas, en 2.268. La situación a la que ha llegado esta empresa, que responde a la voluntad de reducir costes laborales pero sin llegar a subcontratar un servicio que la empresa considera 'fundamental', ha tenido consecuencias en las relaciones que la empresa mantiene con estos empleados. Lejos de ser considerados sólo empresarios, hoy los autónomos de Panrico están organizados y han pactado condiciones económicas con la dirección. Así, perciben una cantidad fija al mes -algo así como un mínimo garantizado- y reciben una comisión por las ventas. Además, sus representantes, elegidos por zonas en número similar al de delegados sindicales, son reconocidos por el equipo directivo y funcionan en cierta medida 'como un comité de empresa', aseguran fuentes sindicales. Como no pueden firmar convenios que tengan efectos sobre los proveedores autónomos de la empresa, los acuerdos a los que llegan con la empresa son notificados de forma individual. También existen órganos para la resolución de conflictos, y en algunos casos se han acordado distintas mejoras de la cobertura social que corresponde a un trabajador autónomo, como un seguro privado que cubre la incapacidad temporal, por ejemplo, o un fondo de jubilaciones, explica un trabajador de la empresa. Este tipo de solución, gestada en los 30 años de existencia que tiene Panrico, es poco común, incluso en aquellas empresas que cuentan con distribuidores independientes. Para los sindicatos se trata de 'un mal menor'.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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