Un brusco despertar del sueño americano
Raza Nasir Khan es un cocinero de pizzería, que sueña con llegar algún día a jefe de cocina y no parece coincidir con el perfil de un terrorista.
Los fiscales federales reconocen que no representa una amenaza para la sociedad, y una juez federal ha declarado que 'no hay nada' que relacione a este inmigrante paquistaní de 29 años con los atentados del 11 de septiembre contra el World Trade Center y el Pentágono, ni con ninguna otra conspiración terrorista que pueda estar tramándose en Estados Unidos.
En realidad, si no hubiera sido por el 11 de septiembre, lo más probable es que a Khan no le hubieran detenido jamás. Sin embargo, cuando han pasado más de dos meses desde aquella espantosa mañana, Khan permanece entre rejas, junto con otras 1.200 personas detenidas como consecuencia de la amplia y, en ocasiones, frenética investigación federal relacionada con el caso. Aproximadamente la mitad de ellos siguen encerrados. Cocinero de oficio y cazador aficionado, Khan, un soltero que ha dejado de lado gran parte de su rigurosa educación musulmana, paseaba en solitario por los bosques cercanos a Wilmington una mañana, dispuesto a cazar ciervos, cuando se encontró con un guarda forestal y le pidió un mapa.
Todo empezó cuando Khan paseaba por un bosque cercano a una central nuclear y se encontró con un guarda forestal, al que le pidió un mapa
Khan llevaba arco y flechas y un dispositivo de localización GPS, una brújula electrónica relativamente barata. Esto ocurría una semana después de los atentados, y el bosque estaba cerca de una central nuclear.
Alertados por el guarda forestal, que sospechó alguna cosa, agentes del FBI visitaron la casa de Khan. En ella encontraron una escopeta, un rifle del calibre 22 y una pistola semiautomática de fabricación rusa. Las armas eran legales, pero Khan cometía un delito al tenerlas porque había expirado su visado y se encontraba en el país de forma ilegal.
Unos días después le arrestaron y le acusaron de ser un inmigrante ilegal en posesión de armas de fuego. La juez encargada del caso se ha negado repetidamente a dejarle en libertad bajo fianza. Los fiscales confían en llevarle a juicio antes de que acabe el año. Una condena podría suponerle la deportación.
Khan no puede hablar con su familia, pese a que sus padres, enfermos, han llamado desde Islamabad (Pakistán) para solicitar consejo al abogado y pedir clemencia a la juez. Su mejor amigo tampoco puede verle, y sólo ha hablado con él en una ocasión por teléfono.
Las autoridades federales se niegan a dar detalles sobre la mayoría de los detenidos desde los atentados. Pero dicen que sólo a algunos se les mantiene en la cárcel como testigos materiales relacionados con el 11 de septiembre, y que alrededor de otros 200 han sido arrestados exclusivamente por cargos relacionados con las leyes de inmigración.
Esta explicación hace pensar que la gran mayoría de ellos, como Khan, están detenidos por delitos federales, estatales o locales que no tienen nada que ver.
En la mayor parte de los casos, los expedientes judiciales están sellados y las vistas se llevan a cabo a puerta cerrada. Fiscales y jueces dicen que lo complejo de la investigación que mantiene abierta el FBI y el hecho de que el gran jurado esté examinando las pruebas en cada vista obligan a restringir enormemente las informaciones sobre cada detenido.
Una historia y un nombre
En el caso de Khan, como enseguida se eliminó la sospecha de terrorismo, sus vistas han sido públicas y su expediente está disponible en la oficina del tribunal. A diferencia de otros muchos, este proceso tiene una historia y un nombre.
Incluso quienes llevan la acusación contra él reconocen que lo que produjo su detención fue posiblemente una cuestión de inoportunidad más que otra cosa. Aunque, junto a Khan, fueron centenares los detenidos en aquellos primeros días frenéticos, el ayudante del fiscal federal en Wilmington, Richard Andrews, dice que 'eso no significa necesariamente que él tuviera nada que ver con el 11 de septiembre'.
'Considero', añade, 'que el señor Khan fue detenido por el 11 de septiembre, pero en el sentido de que no habrían ido a interrogarle si no hubiera ocurrido lo del 11 de septiembre'.
En la primera vista de Khan, Veronica Hnat, agente especial de la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), testificó que, 'en vista de lo que había ocurrido' en el World Trade Center y en el Pentágono, les pareció lógico ir a ver a Khan.
El mejor amigo y compañero de vivienda de Khan, Syed Hassan, dice que el Gobierno se excedió en su reacción y que los agentes del FBI emplearon una artimaña para entrar en su apartamento, en la planta baja de un edificio próximo al centro de Wilmington.
Después de llamar a la puerta la noche del 20 de septiembre, Hassan dice que los agentes anunciaron que buscaban información sobre Fayez Ahmed, un saudí sospechoso de ser uno de los secuestradores de los aviones que se estrellaron contra el World Trade Center.
'Pero no era más que una excusa', asegura Hassan. 'Era una forma más cómoda de entrar en la casa'.
Según Hassan, Khan les dijo que podían registrar el apartamento. Encontraron las armas. Si su visado hubiera estado en vigor, Khan no habría tenido problemas legales. Hassan cuenta que los agentes le dijeron a Khan que había un problema. Khan explicó que tenía las armas porque era cazador y que estaba intentando obtener una exención para prolongar su visado. Los agentes se fueron sin detenerle.
Cocinero y repartidos de pizzas
Durante unos días pareció que la vida regresaba a la normalidad. Khan hizo los turnos que le correspondían en Pat's Pizzeria, donde ganaba de 400 a 500 dólares semanales como cocinero y repartidor. Pero entonces, el 25 de septiembre, se dirigía al trabajo en coche cuando unos agentes de la ATF le detuvieron, le colocaron unas esposas y se lo llevaron. Habían recibido del FBI la información sobre Khan y las armas.
En el piso, explica Hassan, 'cogieron las armas, se llevaron su ordenador, todos sus papeles, facturas y cosas así. Dos cajas llenas de papeles'.
'Están buscando una pista de lo que sea, y está claro que el motivo es esta situación del 11 de septiembre', añade. 'Tienen que garantizar a la nación que hacen todo lo que pueden, y siempre existe una posibilidad de nuevos actos terroristas'.
'¿Pero decir que Raza es un terrorista? Ni hablar'.
Hassan, que tiene 23 años, cuenta que conoció a Khan en Pakistán, cuando ambos trabajaban en el hotel Marriott, de Islamabad, la capital. Khan era su supervisor y vivía entre sueños de llegar a jefe de cocina.
Hassan fue el primero en emigrar a Estados Unidos, y Khan lo hizo en 1998 con un visado de trabajo. Se inscribió en clases de cocina en Florida y en abril de 1999 se trasladó a Wilmington, cuando Hassan le dijo que un hotel local pensaba renovar su restaurante.
'Me dieron la oportunidad de ser jefe de cocina en Delaware, y por eso vine', declaró Khan ante el tribunal el 2 de noviembre.
El trabajo no salió, y su visado, por un año, se acabó. Dice que intentó extenderlo. Escribió al entonces senador republicano William V. Roth (por Delaware) para pedirle ayuda y por fin obtuvo una exención que le permitió prorrogar el visado. Cuando esa prórroga expiró, dice, se puso en contacto con la embajada de Pakistán para que le concedieran una segunda exención.
'En definitiva, estaba a la espera', añade Khan. 'He trabajado toda mi vida, desde 1993. Y soy un ciudadano responsable, como puede ver. Tengo buena fama'.
Ante preguntas del fiscal, Khan reconoció que sabía que es ilegal trabajar sin un visado vigente. Pero en la pizzería 'me pagaban en efectivo', dijo.
Hassan también testificó en la vista y dijo que normalmente podrían haber estado en el tribunal muchos otros amigos para mostrar su apoyo a Khan.
Sin embargo, continuó, 'la gente cree que Raza está detenido porque tiene alguna relación con el terrorismo o algo así. Así que tienen miedo, y por eso no están aquí'.
Desde Pakistán, los padres de Khan solicitaron que su hijo quedara en libertad.
Su padre, Nasir Mahmood Khan, de 64 años, es un oficial del ejército retirado que vive en Islamabad y padece del corazón. La madre de Khan, Farida Nasir Khan, de 55 años, es diabética y 'sufre mucha presión familiar', decían los padres en su escrito al tribunal.
La familia tenía otros dos hijos: el mayor está casado y pertenece al ejército paquistaní, y el menor era estudiante y murió a principios de este mes en un accidente de coche en Pakistán.
Sueldo fijo
'Raza es el único que ha mantenido a la familia, primero en Pakistán y luego desde Estados Unidos', afirmaban los padres en una declaración jurada enviada al tribunal. 'Es el único miembro de la familia que cobra un sueldo, y envía unos cuantos dólares siempre que puede'.
En el escrito dicen que su hijo es 'un joven magnífico y un ciudadano que respeta la ley', y que 'desde su detención por parte del FBI no ha podido hablar con sus padres ni enviar ningún dinero'.
Mantenerle encerrado más tiempo, añaden, 'sería un acto inhumano... Por consiguiente, en nombre de Dios y de la humanidad, tengan piedad de nosotros y dejen a nuestro hijo en libertad'.
George Brittingham, de Wilmington, que conoce a Hassan y a Khan del barrio, también envió al tribunal un escrito, en el que se ofrecía a hacerse responsable del detenido si quedaba en libertad.
'Raza es un buen hombre; me ha ayudado espiritual y moralmente', escribió Brittingham. 'Sería una gran pérdida quedarnos sin él'.
El abogado defensor de Khan, John Malik, de Wilmington, dice que su cliente no representa un peligro para la sociedad y que nunca huiría mientras esté en libertad bajo fianza. Pero añade que 'el hecho de que ocurriera tras el 11 de septiembre nos pone las cosas muy difíciles'.
La juez federal Mary Pat Thynge, al negar la fianza, explicó que tiene la política de no concedérsela nunca a personas detenidas por posesión de armas. No obstante, ella misma dice que Khan no es un terrorista.
'Ante esta situación, no tengo en cuenta lo ocurrido el 11 de septiembre', declaró en una vista del 28 de ese mismo mes. 'Las circunstancias de aquel día no tienen ninguna influencia aquí. No hay nada que sugiera ni se han encontrado indicios de que este individuo es un terrorista... No me parece que nos encontremos ante unas circunstancias relacionadas con el terrorismo'.
En una vista posterior, la juez dijo que la madre de Khan la había llamado desde Islamabad.
'Estaba muy trastornada y muy preocupada por su hijo; muy inquieta porque siguiera encerrado y sin fianza', contó Thynge. 'Y lo que comprendí mientras hablaba con ella fue su miedo por lo que le ocurre a su hijo y porque no podía tener contacto con él. No tenía la tranquilidad de hablar directamente con él para saber cómo se encuentra'.
Hassan dice que su amigo aguanta bastante bien la cárcel.
'Una vez me llamó, porque no me dejan verle. Le dije que todos le queremos, que rezamos por su libertad y que estamos intentando hacer todo lo que podemos por él. No hablamos más que unos minutos, y luego le dijeron que colgara el teléfono. Él intentaba controlarse. Pero no es ningún niño. No va a llorar'.
© Los Ángeles Times
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