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Powell asegura que no puede haber negociaciones sin un alto el fuego

Enric González

Colin Powell presentó ayer una esperadísima iniciativa de paz estadounidense para Oriente Próximo que no aportó nada nuevo a la situación: el secretario de Estado norteamericano se limitó a pedir buena voluntad a israelíes y palestinos y a recordar que tras la guerra del Golfo se produjeron los avances de la Conferencia de Madrid, insinuando que la guerra de Afganistán podía abrir nuevas oportunidades. 'Intentamos recuperar el espíritu de Madrid y crear un nuevo sentimiento de esperanza', dijo.

Powell anunció el envío a la región de dos mediadores y aseguró que Estados Unidos haría 'todo lo posible' para que las dos partes reanudaran las negociaciones interrumpidas durante más de un año de violencia, sin fijar plazos ni proponer medidas concretas. En cierta forma, el discurso de Powell pudo interpretarse como un gesto simbólico, dirigido a acallar a quienes han criticado la aparente indiferencia de la Administración de George W. Bush respecto al problema palestino.

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La UE y los países árabes aliados de EE UU habían insistido durante semanas en la necesidad de que Washington lanzara una iniciativa de paz o, al menos, modificara ligeramente una actitud que el mundo musulmán considera demasiado inclinada del lado israelí. Pero Powell insistió ayer, durante una conferencia en Louisville (Kentucky), en que no había otra alternativa que el cumplimiento del plan trazado en abril de este año por una comisión dirigida por el ex senador George Mitchell.

Optimismo palestino

Los palestinos esperaban que Powell se mostrara flexible con una de las condiciones previas del plan, según la cual eran necesarios siete días sin violencia para 'crear confianza' y permitir las conversaciones; los más optimistas entre ellos confiaban incluso en que Powell forzara la mano a los israelíes y les exigiera que autorizaran el despliegue de observadores internacionales en los territorios ocupados. Powell, sin embargo, no hizo referencia a los siete días, y subrayó que el uso de observadores debía ser aceptado 'por ambas partes', con lo que siguió reconociendo a Israel el derecho de veto.

Powell comparó incluso la Intifada con el terrorismo. 'Sean cuales sean las fuentes de la rabia y la frustración palestinas bajo la ocupación, la Intifada está encallada en las arenas movedizas de la violencia y el terror autodestructivos dirigidos contra Israel'. 'Los palestinos deben saber', afirmó, 'que, por más legítimas que sean sus reivindicaciones, no pueden ser escuchadas, y mucho menos satisfechas, a través de la violencia'.

El secretario de Estado dijo que no podía haber negociaciones sin un previo alto el fuego. Pero no indicó cómo podía conseguirse ese cese de las hostilidades. Sólo anunció que el subsecretario de Estado para Asuntos de Oriente Próximo, Bill Burns, viajaría esta semana a la región para entrevistarse con dirigentes israelíes y palestinos, y que un nuevo mediador, el general retirado Anthony Zinni, se desplazaría a la zona para 'hablar de los detalles' de un hipotético alto el fuego.

Powell repitió que los palestinos y todos los Gobiernos árabes debían eliminar 'cualquier duda' sobre su aceptación de la legitimidad de Israel y su derecho a la existencia pacífica, y dejar de fomentar el odio entre sus poblaciones; los israelíes, por su parte, debían terminar con la ocupación, dejar de crear asentamientos y tratar a los palestinos 'con respeto', para que se lograra el objetivo de la 'convivencia pacífica' entre dos Estados, el israelí y el palestino.

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