Ese fado
Con dos discos grabados en tres años, uno que lleva su nombre y Esta voz que me atravessa, Mafalda Arnauth es ya, a sus 27 años, una de las referencias del fado contemporáneo. 'Fado es vida, fado es corazón, fado es alma y fado somos todos nosotros', dijo antes de cantar el conmovedor poema de Hélia Correia sobre música de Amélia Muge que da título a su segundo compacto.
Cantó clásicos como Até logo meu amor, de Rainho y Marceneiro, o Lusitana, inédita de Fausto, uno de esos compositores históricos del país vecino que se prodigan más bien poco. Y también se oyeron canciones propias de la lisboeta porque, además de tener una voz notable, con unos registros medios hermosos, Mafalda Arnauth compone. Cantó varios de esos fados con cadencia casi de bolero. Y los cantó con sensibilidad, empleando el regalo de su voz para seducir y emocionar.
Mafalda Arnauth
Mafalda Arnauth (voz), José Elmiro Nunes (guitarra portuguesa), José António Mendes (guitarra clásica) y Rodrigo Serrão (guitarra bajo). Casa de América. Madrid, 13 de noviembre.
Lo anunciaba Mísia, la cantante portuguesa de madre catalana, hace unas semanas: llega una nueva generación de fadistas capaces de cortar la respiración. Se llaman Cristina Branco, Ana Sofía Varela, Mafalda Arnauth... Lejos de declinar el fado tras la muerte de la gran dama del género, la ausencia de Amália Rodrigues parece haber liberado del temor reverencial que infundía su presencia a estas jóvenes cantantes. Mujeres dispuestas a desafiar los límites conservadores del fado, sus estructuras inamovibles, para emprender el camino de la renovación. A veces son sólo sutiles detalles: en el caso de Mafalda Arnauth, una forma discreta de aproximar el fado a la música tradicional portuguesa o viceversa.
Hizo falta que estuviera por medio el Instituto de Comercio y Turismo de Portugal (ICEP), organizador de los actos de Perfil de Portugal, para que la programaran en Madrid. Y es que en los últimos años, únicamente Teresa Salgueiro y Dulce Pontes han cantado con asiduidad y repercusión por estas tierras. Alguien comentó que podía ser éste el comienzo de un momento dulce para la música portuguesa. ¡Que se cumpla el vaticinio!
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