_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las bestias

Rosa Montero

Mientras escribo esto, todavía no han atrapado a los energúmenos que serraron las patas de 15 perros en Tarragona. Pero lo peor, lo verdaderamente desolador, es que, aunque se les detenga, sólo se les puede castigar a una multa de entre 10.000 y dos millones y medio de pesetas. Y es que en este país, el más bestial de Europa para las pobres bestias, mutilar lenta y sádicamente a 15 seres vivos ni siquiera es considerado un delito. No es más que una falta. Una chorradilla legal, una bagatela.

Que vivimos en un mundo aterrador y lleno de dolor y de desigualdades es algo por desgracia demasiado evidente. Pero también es cierto que, desde el principio de los tiempos, la parte mejor de los seres humanos ha intentado superar el abuso y construir una sociedad más feliz. La democracia es eso, un acuerdo de mínimos que aspira a convertirse en un sueño de máximos, y el marco legal es la herramienta básica para conseguir esas mejoras. Por eso descorazona tanto que la justicia sea injusta. Peor aún que la enloquecida maldad de los que manejaron la sierra en Tarragona es la absoluta falta de amparo en la que se encuentran los animales en nuestro país. Además, si unos tipos tan violentos y crueles como ésos no son castigados, ¿cómo nos protegeremos los humanos de las demás barbaridades que, evidentemente, pueden hacer?

En el siglo XVIII la Revolución Francesa exigió derechos para todos. Pero en esa estupenda reivindicación universal se olvidaron, curiosamente, de las mujeres; tuvieron que transcurrir dos siglos para que Occidente comprendiera que tal discriminación imposibilitaba la construcción de una sociedad digna. Ahora, en el siglo XXI, nos encontramos en una frontera semejante: tenemos que entender que el camino de la civilización pasa obligatoriamente por el respeto a los animales. España es un anacronismo, la vergüenza de Europa en este campo; estamos moralmente obligados a crear una auténtica ley de protección animal. Serrar las patas de unos perros es un delito y tiene que estar reconocido como tal. Montemos una campaña, recojamos firmas: con tanto sufrimiento inevitable como hay en el mundo, ¿no deberíamos intentar paliar aquel que sí depende de nosotros?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_