Paro
El paro bajó en España en el tercer trimestre del año en 12.500 personas. En Andalucía subió en 19.600 personas. En este país, crisis y recesiones internacionales al margen, se sigue sin saber crear empleo, por más que se nos pueda decir desde el Gobierno, y es cierto, que alguno se crea, pero es igual de cierto que España es un país con dificultades para crear empleo, que cuando el paro baja suele ser debido a que vienen los buenos tiempos tradicionales de creación de empleo; por ejemplo, baja el paro cuando llegan los momentos altos del turismo, nuestra primera industria, y cuando el turismo baja, el paro sube, y nadie parece sentir ninguna clase de rubor cuando esgrime esa circunstancia, junto al dato negativo, a modo de argumento exculpatorio.
El Gobierno está contento porque el paro ha bajado en España, desde los sindicatos se le acusa de ser demasiado autocomplaciente porque la verdad es que los datos, comparados con los del mismo periodo del año pasado, lo que indican es que el crecimiento del empleo baja, es decir, sube el paro, por más que la última cifra conocida parezca un leve respiro. La Junta de Andalucía cree que el aumento del paro se debe en parte a que aquí la población de más de 16 años y la población activa crecen más que la media nacional. Y es cierto, pero el hecho de que haya argumentos para, desde luego, tener que contar con ellos a la hora de analizar las cifras de paro, no quiere decir que éste no siga siendo, terrorismo al margen, el primer problema de este país de norte a sur, con especial incidencia, que dicen los cursis, en Andalucía. Conocido el dato de la EPA, la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) ha expresado su preocupación por el hecho de que Andalucía sea la comunidad que registra el mayor aumento y siga a la cabeza del país en número de parados. La CEA dice, como si avisara, que confía en que el Acuerdo de Concertación Social, suscrito por la Junta y los sindicatos, 'dote al mercado de trabajo de los instrumentos necesarios para la creación de empleo', asunto que, a juzgar por la manera de señalar a todos los demás, los empresarios parecen entender que no va con ellos, lo que resulta, además de curioso, extraordinariamente inquietante.
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