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Reportaje:

La unión hace la fuerza

La Unió de Llauradors celebra este mes el 25 aniversario de su aparición como primer sindicato agrario

En octubre de 1976 se creó la Coordinadora del Moviment Reivindicatiu del Camp, primer nombre de un sindicato agrario que poco después acuñó en su tarjeta de visita la denominación de la Unió de Llauradors i Ramaders del País Valencià. Al mes siguiente, concretamente el 12 de noviembre, la iniciativa tomaba forma legal en Bonrepòs i Mirambell con la presencia de 200 agricultores de 12 comarcas. Esa misma semana aparecía también la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) de la que la Unió forma parte. Veinticinco años hace, como de otras tantas cosas, que nació el primer sindicato agrario valenciano. Un cuarto de siglo en el que ha pasado de 5.000 a 20.000 afiliados, convirtiéndose la Unión en un robusto árbol sindical vertebrado a través de una red de 60 oficinas comarcales y locales.

La Unió mantiene el espíritu de 'sindicato agrario democrático, valenciano e independiente' con el que nació, según defiende Joan Ramón Peris, su primer secretario general. Peris recuerda que la ambición de la Unió desde que se constituyó formalmente en el Hogar Parroquial de Bonrepòs fue la de convertirse en una organización 'claramente progresista, contra el caciquismo de las cámaras agrarias y con una base social amplia'. También explica que su aparición fue el resultado de una 'confluencia afortunada' de la necesidad de las bases agrarias y el interés de una serie de grupos y personas concretas 'con una cierta visión estratégica'.

La guerra de la cebolla en junio en Camp de Túria y la Serranía, la movilización en agosto de 1977 contra el primer intento de llevar adelante el Tercer Cinturón de Ronda en la comarca de l'Horta, fueron algunas de las primeras cosechas de años pasados, enterradas en las hemerotecas pero que han dejado secuelas en la memoria agraria colectiva.

En cualquier caso, cualquier tiempo pasado no fue necesariamente peor. Ni mejor. Joan Ramón Peris recuerda que en la época del gobierno de UCD y con motivo de las elecciones sindicales agrarias, la Unió inteceptó un telegrama de la Cámara Oficial Sidical Agraria (COSA), invitando a agricultores ajenos a esta organización a 'presentar candidaturas afines'. También subraya que a pesar de que con el PSOE se las prometían 'muy buenas' fue una etapa 'tan dura o más que la anterior'. Especial mención en este capítulo merece la conflictiva relación que las organizaciones agrarias mantuvieron con el primer Ministro de Agricultura socialista, Carlos Romero. Un festejo poco afortunado que tuvo una de sus últimas citas en una manifestación, convocada por COAG, Asaja y UPA, y en la que participaron alrededor de 30.000 agricultores celebrada en Madrid contra la política agraria de Romero. Era junio de 1990. La marcha se saldó, según recuerdan los archivos de la Unió, con 18 heridos tras la carga policial. A principios de 1991, Romero es destituido y entra en la partida Pedro Solbes.

Por el camino, recuerda el primer secretario general de la Unió, 'se han quedado muchas cosas' por resolver. Las elecciones sindicales en el campo, reivindicación que tiene casi tantos años como la Unió y en la que las organizaciones agrarias no acuerdan si debe votar el propietario o el profesional o la modernización de las estructuras agrarias son algunas de ellas.

Tras Peris, se remangaron al frente de la Unió Antoni Lozano, Miquel Vilalta, Lucio Monteagudo y Joan Brusca, actual secretario general. Brusca defiende que más que los triunfos cosechados, u ordeñados, que los hay, es importante 'lo que a veces hemos conseguido parar'. 'La función principal y primera es la defensa de los intereses de los agricultores', explica. Las mejoras en la seguridad social, la eliminación de las jornadas teóricas (una contribución que el agricultor pagaba) o la reivindicación de ayudas necesarias forman parte de la cosecha del último cuarto de siglo.

El campo valenciano en la actualidad, comenta, se enfrenta en la actualidad a una excesiva parcelación, al envejecimiento de sus profesionales y a la dificultades de los jóvenes para incorporarse a la actividad agraria, a la desaparición de la población agraria 'que sería necesario parar' o a la baja rentabilidad de las cosechas.

Miembros de la Unió de Llauradors durante una protesta en 1997.
Miembros de la Unió de Llauradors durante una protesta en 1997.JESÚS CÍSCAR

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