Ernest Lluch, un año después
'L'Avenç' dedica su número de noviembre a la obra como historiador del ex ministro socialista asesinado
A punto de cumplirse el primer aniversario del asesinato de Ernest Lluch a manos de ETA, acaecido el 21 de noviembre de 2000, la revista de historia L'Avenç ha dedicado su número de este mes a la figura del que, además de político, fue un universitario dedicado muy particularmente a la historia de la economía y del pensamiento económico.
Bajo el título 'Ernest Lluch, en el record', el dossier de L'Avenç publica 10 artículos sobre la obra y la personalidad del primer ministro de Sanidad en los gobiernos de Felipe González. Todos se orientan, sin embargo, a explicar, como indica el director de la publicación, Josep Maria Muñoz, que trabajo científico y actividad política estuvieron íntimamente entrelazados a lo largo de toda la vida de Lluch. Igual que lo estuvieron en la trayectoria de figuras tan destacadas, cita Muñoz, como Jaume Vicens Vives, Rovira Virgili, Ferran Soldevila y Raimon d'Abadal.
Los firmantes de los artículos son el sociólogo Salvador Giner; el economista Francesc Roca; el editor y crítico literario Josep Maria Castellet; los historiadores Rosa Congost, Alfons Cucó, Ramon Grau y Josep Fontana, y el economista Vicent Soler.
La crítica de libros de este número de L'Avenç incluye también un amplio comentario de Vicent Reig a la reciente reedición de La via valenciana, el ensayo de Lluch ganador del Premio Octubre de 1975 que se ha convertido en una obra de referencia sobre la evolución de la moderna economía valenciana.
La lectura de estos artículos aporta una visión general de la trayectoria pública de Lluch. Incluyen una referencia a su actividad como consejero de Edicions 62 y a la decisión de fijar sus raíces personales en Maià de Montcal. La panorámica que traza Roca instruye muy particularmente acerca de la universal curiosidad de Lluch y su apertura a las más diversas incitaciones intelectuales. Pero el grueso de estos artículos habla sobre todo de su periplo como intelectual catalán vinculado a Valencia, en unos años tan decisivos como los del fin de la dictadura franquista, y de su obra como historiador del siglo XVIII empeñado en dar una visión distinta del siglo de la Ilustración y de lo que, al cabo, ha resultado ser la matriz de las concepciones actuales de Cataluña y España.
Finalmente, aunque este aspecto no está tratado a fondo, el dossier aporta también una explicación del compromiso personal de Lluch en pro de la resolución del conflicto vasco en la medida en que debería surgir de una distinta idea de España, y de su empeño, en palabras de Fontana, en 'volver a plantear el proyecto de unas Españas posibles que pudieran realizar, hoy o en un futuro próximo, el ideal de convivencia que fue derrotado por el absolutismo en 1714, que no se pudo conseguir en el Cádiz de 1812, que sólo pareció a punto de alcanzarse en tiempos de la II República española y que fue inmediatamente ahogado por la reacción, después de una guerra incivil de la que todavía no nos hemos recuperado completamente'.
En la síntesis que traza sobre la trayectoria de Lluch como historiador, Fontana aprecia una muy estrecha relación entre los trabajos específicamente históricos de su última etapa, como Las Españas vencidas del siglo XVIII, y el volumen colectivo que dirigió junto con Miquel Herrero Rodríguez de Miñón, Derechos históricos y constitucionalismo útil, cuya pretensión es aportar vías de salida al conflicto vasco. Un libro en el que 'historia y política encajan de manera natural', dice Fontana. Y al que unos respondieron, se lamenta, 'con el silencio no de callar, sino de hacer callar, y los otros con las pistolas'.
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