Adrián Iaies reivindica la música que capta lo esencial con las mínimas notas
El pianista argentino inicia mañana en Madrid una gira por España
En el número de abril de este año, la revista estadounidense Down Beat, quizá la publicación más famosa en materia de jazz, dedicaba a Adrián Iaies una página entera. Sólo dos músicos argentinos, Astor Piazzolla y Gato Barbieri, habían merecido antes tanta atención. Nacido en Buenos Aires en 1960, Iaies acaba de publicar Tango reflections (Ensayo), y toca mañana con su trío habitual en Madrid dentro del ciclo Jazz Latino.
La actuación en Madrid forma parte de una pequeña gira que se extenderá a Barcelona (días 9 y 10) y Zaragoza (día 11). Iaies, por otro lado, estará la próxima primavera en el neoyorquino Lincoln Center como coprotagonista de una serie denominada Latin Piano Nights en la que compartirá cartel con Bebo Valdés y Arturo O'Farrill, hijo del inolvidable Chico O'Farrill.
Iaies tuvo desde el principio la certeza de que iba a ser músico: 'Mi madre era concertista clásica y mi padre bailaba muy bien el swing y el tango', recuerda. 'Con esos precedentes, lo natural era que estudiase piano formalmente y que las orquestas bailables, desde Glenn Miller a Juan D'Arienzo, me resultaran familiares desde chico. Luego llegué a la edad en que uno se pone rebelde con los padres y me dio por Piazzolla. Cuando lo escuché me morí directamente; tuve la suerte de escuchar su primer quinteto en vivo y me pareció un ejemplo perfecto de swing'.
Entre rebeldías domésticas, estudios rigurosos y prácticas intensas, Iaies fue completando el mapa de la música gracias en buena medida a un profesor de composición que respetaba por igual lo académico y lo popular: 'Manolo Juárez era el ejemplo perfecto de músico que conoce las dos vertientes y las trata con la misma seriedad', continúa Iaies. 'Fue precisamente en su casa donde escuché por primera vez a Bill Evans. Yo tenía 15 años y recuerdo que el disco era Portrait in jazz. No me lo podía creer. Ahí estaba la textura de la música clásica pero con improvisación y swing'.
Otros pianistas fueron incorporándose a la lista de favoritos de Iaies. Todos tenían en común un rasgo distintivo: 'Desde siempre me han gustado los músicos parcos en notas', afirma, 'nunca tuve adicción por Art Tatum ni por Oscar Peterson. Ni siquiera como entretenimiento deportivo me ha interesado escuchar a un músico prolijo. Yo aspiro a tocar cada vez menos, a decir lo básico en cuatro notas como, por ejemplo, John Lewis consigue hacer en Come sunday. Me maravilla comprobar cómo se puede resumir una canción en dos minutos y que no le falte nada'.
Esa búsqueda de la esencia está dando los frutos apetecidos: los discos de Iaies venden en Argentina un número de copias insólito en alguien que practica jazz puramente instrumental. Iaies cree 'que el mejor jazz del momento se está haciendo en Europa'. 'En Estados Unidos', comenta, 'no surge nada nuevo porque no hay nadie dispuesto a escucharlo. Para innovar hay que trabajar duro y a mí me gusta cuidar mi carrera. No pienso tocar a diario a toda costa, en cualquier sala y con cualquier piano'.
Iaies quizá no tenga que esperar tanto para que su táctica de trabajo desemboque en logros importantes. A Fernando Trueba le gustó lo que escuchó en una pasada actuación de Iaies, y ya existe un principio de acuerdo para colaborar con el sello del director, Lola Records. Mientras se consuma la iniciativa, el pianista disfruta de su obra más reciente, Tango reflections. 'Es mi primer disco con productor y se nota. Me parece el más serio que he grabado hasta ahora. Se ve que hay alguien que ha cuidado la atmósfera general y creo que transmite emoción'.
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