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Columna
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Talibanidades

Graves amenazas se ciernen sobre los viajeros de avión que tengan los esfínteres sensibles y deban permanecer horas y horas sin poder levantarse para ir al retrete, a no ser que a los mermados derechos individuales de los navegantes se incorpore el orinal, el pañal o la sonda urinaria con bolsita receptora que sería colocada a cada viajero tras pasar el control de seguridad. Las compañías aéreas han aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para sanear el negocio por el procedimiento de despedir trabajadores, pero la teología de la seguridad exige ahora la incorporación de personal de vigilancia y sanidad si la colocación de las sondas urinarias es encargada a enfermeras y no a las descriptivas manos de stewarts y azafatas.

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Los talibanes afirman que han detenido a un ciudadano de EE UU sin ofrecer pruebas

El ántrax penetra en los edificios más selectos de la Administración norteamericana, los talibanes ocultan a Bin Laden en un lugar tan inaccesible como lo fue el Nautilus para el capitán Nemo y matan a Abdul Haq, un héroe de la guerra contra la URSS ahora enviado por los norteamericanos para unificar el frente monárquico del rey Zahir Shah. Abdul Haq trató de huir a caballo protegido por helicópteros norteamericanos y, sin embargo, fue detenido y ejecutado por los talibanes. Mientras se producía esta escena premoderna o posmedieval, el Gobierno iraní atribuía al Departamento de Estado la responsabilidad de que el ántrax hubiera pasado a manos peligrosas, porque permitieron su fabricación a Sadam Hussein para que lo empleara durante la guerra Irak-Irán. Si añadimos a esta verdad objetiva, por lo tanto no acusable de antinorteamericana, que los talibanes fueron respaldados por EE UU, al tiempo que la CIA financiaba escuelas de difusión de islamismo de combate contra el marxismo materialista ateo, podríamos llegar a la conclusión de que tan plurales talibanidadas nos van a obligar a pasar por engorrosos trances, como volar con sonda urinaria, con orinal o con pañal.

El jueves tuve que entregar mis tijeritas de las uñas en un control aéreo. Mi falta de afán secuestrador me impide imaginar un acto terrorista con tijeritas de las uñas y a este paso me temo que propongan extirpar las cuerdas vocales de los viajeros para imposibilitar el grito '¡que nadie se mee!, ¡esto es un secuestro!'.

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