_
_
_
_
Reportaje:

Historias de notoria importancia

Diez narcotraficantes cuentan cómo les reclutaron, su captura y cómo les afecta la rebaja de penas decidida por el Supremo

Jorge A. Rodríguez

Son diez historias diferentes con muy parecido principio e idéntico final: empezaron en la miseria y acabaron en la cárcel. La pobreza en la que vivían en sus casas de Bolivia, Colombia o Ecuador los puso en la senda del narcotráfico. La cocaína con la que volaron a España los hizo aterrizar en la cárcel, previa escala en Barajas. Todos menos uno están condenados a nueve años de cárcel por culpa de un concepto jurídico: la notoria importancia. Esta frase define la cantidad de droga a partir de la cual la condena mínima es de nueve años. El Tribunal Supremo acaba de elevar ese listón desde los 120 gramos a los tres cuartos de kilo para la cocaína, y ha sugerido a camellos, boleros o mulas atrapados con menos de 750 gramos que pidan el indulto. Para sus vidas es un asunto de notoria importancia.

El Tribunal Supremo acaba de elevar de 120 a 750 gramos la cantidad de cocaína a partir de la cual la condena mínima de cárcel es de nueve años

Estas diez historias fueron contadas en locutorios de las cárceles de Valdemoro y Navalcarnero, en Madrid. Sólo hubo una pregunta: cuénteme su caso. Resultaron más de ocho horas de conversación. Ocuparían diez páginas de periódico pero están embutidas en ésta.

FRANCISCO IZARGA Uruguay. 3 kilos

'La historia es complicada. Mi mujer vivía en EE UU y yo estaba con ella de ilegal, pero mi padre enfermó y volví a Montevideo. Después de meses en terapia intensiva, se recuperó e intenté volver a EE UU pero no era tan fácil. Entonces me ofrecieron una visa, que podía conseguir trayendo droga a España. Uno supone que si le ofrecen 10.000 dólares no trae nada bueno. Yo jugué al fútbol profesional en Uruguay, en el Rácing, Benfica y conocí a mucha gente, buena y mala. Me dijeron que tenía que llevar una maleta. Me agarraron en Barajas el 13 de noviembre de 1998. Antes del juicio mi abogada me dijo: 'Mira, nueve años no te los quita nadie'. ¿Eso cómo puede ser? Se supone que una persona va a juicio a que le oígan y juzguen su caso particular. Sé que cometí un error y sería irresponsable no admitirlo. Pero también sé que hay gente que tiene los nueve años y que ha venido bajo amenaza de muerte o porque no podía vivir. Y eso no se valora. Tengo 42 años y mi papá murió hace poco'.

CARLOS GÓMEZ CORREA. Colombia. 340 gramos

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

'Vivía con mi madre y trabajaba en compra-venta de diamantes, que no me daba, aunque parezca extraño, para vivir los dos. Uno que conocía de mi barrio de Pereira me ofreció dos millones de pesetas y como quería poner una tienda... Me tuve que tragar 96 bolas de cocaína pero en el avión venía fatal y vomité 34. En mi mismo avión desde Bogotá agarraron a seis o siete. Yo sabía lo que hacía, que era un delito, pero en ese momento me encontraba muy mal. Quiero pedir el indulto, pero me gustaría que si van a hacer algo lo hagan rápido, porque hay muchos colombianos jóvenes aquí con nueve años, mucho para la cantidad que llevaban. Tenga en cuenta que hay gente aquí que la agarraron con barcos, con 5.000 kilos, y tienen nueve años. Yo entré con 20 años y ahora tengo 25. A mí esa nueva ley me podría ayudar'.

GERMÁN GONZÁLEZ. Colombia. 1,3 kilos

'Uno tiene amigos, entre comillas, que sabes que se dedican a cosas que no son buenas, pero uno también pasa malas rachas, sin trabajo ni dinero. Yo estaba así en mi casa de Manizales y me propusieron traer una valija, que al final fue una botella de ron venezolano. Llevaba la botella en la mano pero al pasar por el control en Barajas, el 11 de junio del año pasado, creo que me chivatearon para que pasaran otros. Uno sabe que a unos les sale bien y a otros como yo les sale mal. A mí no me juzgaron. Me pedían 11 años y me dijeron que si aceptaba sólo iban a ser nueve, así que pacté. La ley no comprende que alguien necesitado haga algo de esto por primera vez en la vida. Yo ya sé que seis años no me los quita nadie. Tengo 25 años y sólo espero los permisos'.

JOSÉ RAIMUNDO VALE. Brasil. 2,5 kilos

'Uno que conocía de mi ciudad, Marañón, me ofreció 8.000 dólares por llevar una maleta. Yo sabía que era algo raro. Me cogieron en Barajas el 12 de marzo de 1997, cuando hacía escala en un vuelo desde Sao Paolo para ir a Holanda. La cocaína estaba en una bolsa doblada dentro de unas zapatillas. Era una bolsa grande, que estaba doblada y enrollada. Había dos kilos y medio. Ahora tengo 35 años. Me metieron nueve años y aquí estoy'.

FERNANDO M. Ecuador. 680 gramos

'Mi situación era caótica en Guayaquil, con cuatro hijos y otro más ahora que no conozco porque mi mujer estaba embarazada cuando vine. No encontraba trabajo y, un día, en un billar, lo comenté a unos amigos. Uno me dijo que podía ganarme un dinero. Me llamó una noche y me ofreció 4.000 dólares. Me dijo que tenía que llevar bolas de coca en el estómago hasta España. Yo había leído en un periódico que una mujer había muerto porque se le rompió una bola, pero estaba entre la espada y la pared, con 33 años y sin trabajo. Era desesperante. Me tragué 80 bolas, pero en el avión devolví algunas. Al llegar a Barajas para mí que me estaban esperando. Luego, en el juicio, el abogado me dijo que la tarifa eran nueve años. Ahora voy a pedir el indulto. Me han dicho que el proceso lleva un año, pero tengo tiempo, aunque sé que por drogas no indultan a nadie'.

ANTONIO G. O. Colombia. Cero gramos

'Yo estaba con una novia que tenía, colombiana, y nos fuimos a Málaga desde Madrid. Ésta chica me relacionó con el chico que cogieron con la droga. Nos iba bien a los dos, no tenía necesidad de meterme en nada, porque nos quedaban al día entre 12.000 y 15.000 pesetas vendiendo comida colombiana en bares de alterne en Cuatro Caminos, Legazpi... Me agarraron en Velez-Málaga, pero yo no llevaba nada. Luego supe que cogieron al chico con 1,2 kilos y que dijo que yo no sabía nada. A los tres colombianos nos metieron nueve años y a los españoles que iban a recibir la droga, tres. No sé si pedir indulto, porque nunca he pedido nada en 38 meses, porque los abogados han sido una mierda. En el juicio el mío ni habló'.

RICAUTE DE JESÚS MUÑOZ Colombia. 780 gramos

'Yo era ayudante de mecánica industrial por la mañana y por la noche era taxista. Me metí con mi mujer en una hipoteca en Conavit para un piso. Allí en Medellín había bonanza porque aún no perseguían a los capos de la droga y el dinero lo tenía hasta un lustrador de zapatos. Pero vino la crisis. En el taxi se habla mucho y a uno le comenté que tenía sin pagar cuatro cuotas de la casa. Me ofreció el viaje. 'Piénsatelo', me dijo, 'pero ya sabes que es coca, porque para mandar unas medias no te voy a pagar 10.000 dólares. Y que no salga de nosotros dos, porque te conozco y te puedo encontrar'. Traje la droga en un calzoncillo, que ni podía andar. La droga tenía pelos de otro, porque ya había estado en España. Eso me animó, porque no le pasó nada. Ya he hablado con el abogado para intentar pedir el indulto, pero me ha dicho que a los de la droga ni le miran el papel. Aquí discriminan a los colombianos. Sé que cometí un delito pero aquí no miran la situación de la persona porque yo lo hice por necesidad. Al año echaron a mi mujer y a mi madre del piso'.

FERNANDO BELTRÁN. Bolivia. 710 gramos

Mi infancia fue muy dura, mi mamá se peleaba, se emborrachaba y se embarazaba y se embarazaba. Como yo era el mayor pues trabajaba, con siete años, allá en Santa Cruz de la Sierra. Yo veía a gente que se iba a la selva a pisar la droga, con agua, queroseno y ácido. Los pies se queman pero se ganan 100 dólares al día. Conocí a un señor que me ofreció llevar maletas con droga por la selva a Brasil y Paraguay, Argentina. Me dijo que me pagaría 500 dólares por cada maleta. Al volver de un viaje pillé a mi mujer con otro hombre; estuve a punto del suicidio, me compré un arma de fuego, pero me faltó valor. Pensé en matar a la mujer pero analicé muy bien y vi que no era una buena idea. Me propusieron lo de las bolas, por 2.000 dólares, y dije que no, pero luego nada. Me tragué 119 bolas y me dieron un traje y una corbata. Estuve a punto de echarme atrás en la selva, pero me habrían matado. En el avión vomité 24 bolas. Me condenaron hace un mes. Fue una alegría que me metieran siete porque me pidieron once años. Fue una suerte porque nos suelen meter de nueve para arriba'.

LUIS ANTONIO ROMERO. Venezuela. 2 kilos

'Yo traje dos kilos con una pureza del 86%. Pacté la pena porque estaba perdido y cuando me dijeron que eran 14 años dije, carajo, no he matado a nadie. Yo estaba en Maracaibo con mi señora que es de Medellín. Un día fui para allá y me quedé trabajando en Gran Colombiana de Seguridad, vigilando baterías de coche. Ahí conocí a un primo de mi mujer, que trabajaba en el municipio. Durante un incidente, me dijo que había sido muy frío, pero él no sabía que yo había estado como C2 en la inteligencia militar. Fue que encontramos a una mujer que él protegía, herida por su chulo. Él agarró un revólver del 22 y la quiso matar. Le dije que no, que nos estaban viendo 15 personas, que le diera un tiro en la pierna. Y así hizo. Luego la policía la remató. Yo veía cómo preparaban la maleta los verdugos, que es como llamamos a la gente que oculta la droga. Mi maleta se preparó con un doble fondo, con cocaína prensada, envuelta en papel de plata y carbón para que no la vieran las máquinas, y luego llevaba unos atomizadores de Gillette con droga dentro. Yo sé los nombres de los que me dieron el encargo pero nunca lo diré porque matan a mi familia. Tengo que morir con eso, porque prefiero morir por dentro todos estos años a que maten a los míos. Aquí hay uno que le propusieron hablar con usted, pero una vez habló y le están matando a la familia. Han matado a sus hermanos. Sólo le quedan su mujer y su hijito. Si llego a saber que iba a perder cuatro años de mi hijo no lo hubiera hecho nunca. Ahora prefiero que me den un tiro y no repetir. Quiero una oportunidad y voy a mendigar trabajo, estoy disponible para todo. Cometí un error, lo sé, como sé que nadie me va a recuperar el tiempo que estuve aquí'.

LUIS JOFFRE ABBUL RAHIM. Colombia. 1,5 kilos

'Llegó un momento en que estaba pasando una situación horrible y me debían seis meses de sueldo. Trabajaba manejando un trapiche de caña, un molino. No podía cumplir con mis obligaciones y con la edad que tengo, 57 años, no hay oportunidades. Tengo un hijo de nueve años y otro de cinco. Cuando me fui de viaje no le dije nada a mi mujer, la tercera. Salí de Cali a Bogotá, luego a Barajas. Al sacar la ropa vieron una cazadora de cuero negro que pesaba demasiado. Llevaba otra marrón también con droga. Luego supe que en cada una venían 1,5 kilos pero sólo me juzgaron por la mitad. Mi juicio fue una vulgaridad, me iban a poner cuatro años sin juzgarme y me negué. Mi abogado llevaba mi defensa escrita a mano en una hojita, que leyó y yo no entendía nada. Les dije que tuvieran en cuenta mi edad y el juez me echó una sonrisita sarcástica. No volvería a repetir jamás. Ahora quiero quedarme aquí porque no puedo llegar pobre a mi país, sería enloquecer. Creo que las penas son demasiado largas y que deberían estudiar más a las personas, por qué cometen el delito. La sociedad condena pero no perdona y los grandes capos viven tranquilos porque si los cogen pagan fianza. A los colombianos se nos mira bastante desfavorablemente'.

Francisco Izarga, natural de Montevideo, en el locutorio familiar de la cárcel de Navalcarnero.
Francisco Izarga, natural de Montevideo, en el locutorio familiar de la cárcel de Navalcarnero.J. A. R.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_