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Crítica:ÓPERA | 'IL TROVATORE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Atasco en la ópera imposible

La recta final del Año Verdi en España se encuentra especialmente animada. Las iniciativas son de signo bien diferente. Por un lado, la programación de óperas habitualmente poco representadas. A Coruña, por ejemplo, acaba de presentar una encantadora producción de Pier Luigi Pizzi de un título de juventud tan singular como Un giorno di regno, mientras Bilbao prepara con mucho tino las siempre peligrosas Vísperas sicilianas. En otra dimensión, noviembre es el mes de las estrellas de la batuta. Riccardo Muti y Lorin Maazel dirigirán Macbeth y Luisa Miller, respectivamente, en Barcelona y Valencia, en versiones de concierto. En contraste con este panorama, Madrid y Sevilla han optado por inaugurar sus temporadas líricas este mes con apuestas de alto riesgo. Porque si arriesgado es Rigoletto, más todavía lo es El trovador, la ópera imposible por sus dificultades vocales.

Il trovatore

De Giuseppe Verdi, inspirado en el drama El trovador, de Antonio García Gutiérrez. Con Darío Volonté (Manrico), Zvetelina Vassileva (Leonora), Roberto Frontali (El Conde Luna), Luciana d'Intino (Azucena), Alfredo Zanasso, Ana Luisa Espinosa, Ricardo Muñiz. Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director musical: Maurizio Arena. Director de escena: Alberto Fassini. Producción de la Ópera de Roma. Teatro de la Maestranza, Sevilla, 25 de octubre.

Además, el Maestranza de Sevilla le ha cogido el gusto a eso de las dificultades al límite en las jornadas inaugurales, tal vez crecido por el éxito arrollador de Los puritanos (otra ópera que se las trae) el pasado año. Sevilla ha querido hacer lo del más difícil todavía con El trovador, y no es que se haya estrellado, pero al menos se ha atascado. En cualquier caso, terminar hoy una obra como ésta sin bronca tiene mérito, y ahí está el recuerdo de las recientes experiencias en Madrid o Milán para confirmarlo.

Decía Toscanini que para hacer El trovador había que reunir a los cuatro mejores cantantes del mundo. En Sevilla no estaban, desde luego, pero hay que reconocer que mantuvieron el tipo, a pesar de los desatinos y embestidas de una dirección musical del veterano Maurizio Arena tan confusa como atropellada, tan vulgar como anárquica en los tiempos. El clima poético no existía, y así, lo de parar, templar y mandar es muy complicado.

Pero ahí estaba Luciana d'Intino, para dar temperamento, pasión y sentido dramático al personaje de Azucena, el fundamental de la ópera, según Verdi. Y Dario Volonté delineando un 'Ah, sí,ben mio' lleno de elegancia y musicalidad y mostrándose seguro posteriormente en el do de 'La pira', aunque a su voz le falte proyección y se quede a veces algo estancada. Registro central precioso el de la soprano, con una actuación irregular pero salpicada de detalles de clase. Y poderoso el Conde de Luna de un Frontali en plena forma.

La dirección de escena de Alberto Fassini, procedente de la Ópera de Roma, fue irrelevante, y el trabajo con los actores, prácticamente inexistente. Todo muy old fashion. Algún momento escenográfico contenido, como el cuadro segundo del segundo acto o la escena final, elevó el nivel plástico. Otros, como la increíble escena coreográfica del campamento de los gitanos en Vizcaya del segundo acto (con palmitas incluidas), eran dignos de un programa de variedades de Sábado noche.

El público se lo pasó bien y aplaudió a todos sin reservas, aunque los bravos los reservó para Luciana d'Intino.

Una escena de  <i>Il trovatore</i> representado en Sevilla.
Una escena de Il trovatore representado en Sevilla.ENCARNI MARÍN
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