Un grupo impagable
Joaquín Sabina puede darse ya tranquilo a las sopitas y el buen mosto, porque su estilo tierno y canalla tiene ya heredero en ese superhéroe de verbena, de cazalla y callejón que es Lichis.
Por eso, el concierto de presentación del extraordinario tercer disco de La Cabra Mecánica, Vestido de domingo, provocó en los espectadores que abarrotaban la sala ese especial cariño que generan las calles que le han visto nacer a uno; los personajes de peculiar forma de hablar y beber que pueblan el fondo de armario de los recuerdos; la musiquilla que sale de los caballitos y los pasodobles que bailan los mayores y los niños en las fiestas; el amor con olor a fritanga y sabor a botellín.
Todo eso, pasado por el tamiz del rock, el rap y Beck, evoca La Cabra Mecánica con unas canciones que, dado el grado de adocenamiento e insustancialidad que vive el momento creativo musical español, resultan francamente impagables.
La Cabra Mecánica
Miguel Ángel Hernando Lichis (voz), Pedro Reguillo (bajo), Fernando Polaino, Julián Kaneuski y Adán Carreras (guitarras y coros), José Bruno (batería), Juan Tamayo (saxo tenor), Javier López (saxo alto), Tito Suárez (trombón), Jaime Peña (trompeta) y Ramiro Terce (cajón). Sala Aqualung. 1.200 y 1.500 pesetas. Madrid, martes 23 de octubre.
María Jiménez
Sólo una pega que poner a tantas bondades: el sonido, que fue ahí ahí. Más producción o más afinada es lo que necesitan Lichis y sus numerosos secuaces para que su globo sonoro se eleve tan alto como el de Estopa e incluso más, porque La Cabra... tiene menos dependencia lolaila que los de Cornellà y eso les hace más completos.
Pero es que además sacaron a la increíble María Jiménez, toda de rojo pasión, a cantar el tema La lista de la compra, sin duda una de las mejores canciones escritas en castellano en el transcurso de los últimos veinte años, y con ella armaron la marimorena.
Gran espectáculo de lujo y varietés, de cante y voz con sonido a tabaco negro, a pelotazo de priva y a risas de esas que estallan, de gente pobre pero honrada y feliz dentro de la desgracia que es siempre tenerse que levantar cada mañana temprano para currar.
Pero, de todas las sabias letras interpretadas en este concierto, baste quedarse con una, por ser la más redonda: 'Es la falta de amor lo que llena los bares'.
Habiendo superado la tentación del sonido mestizo y un tanto piesnegros de sus inicios, estilo que actualmente va por otros derroteros, más afines a Manu Chao, Lichis apuesta en su tercer disco por revestir de rock y pop de guitarras lo que son ambientes musicales festivos y con la primigenia misión de hacer bailar al oyente y espectador, aunque el mensaje textual venga siempre detrás y ataque al corazón y a la neurona donde reside la conciencia con golpe certero.
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