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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Javier Osés, obispo cercano

Se nos ha muerto Javier Osés (1926), obispo de Huesca. Con su muerte, la Iglesia en España ha perdido a uno de sus mejores obispos.

Lo conocí personalmente cuando en 1989 me nombraron obispo y empecé a asistir a las asambleas plenarias de la Conferencia Episcopal Española. Desde el primer momento simpatizamos. Era un navarro bueno, inteligente y muy noblote. Conseguía armonizar perfectamente la sinceridad y la delicadeza.

En los difíciles años del postconcilio desempeñó el cargo de rector del Seminario Diocesano de Pamplona. Y yo también había realizado la misma función en Valencia durante esos crispados años y sé muy bien que mantener el equilibrio y la cabeza clara era casi una pasión inútil. El rector y los demás formadores recibíamos bofetadas por parte de la derecha y de la izquierda. La derecha quería que se cerrase el seminario hasta que pudiera reinstaurarse la formación de seminaristas a la antigua usanza; la izquierda propugnaba la desaparición de estos centros formativos por considerarlos un bastión anticonciliar.

Javier Osés no debió ejercer mal su oficio porque fue elegido como obispo de Huesca. Pero, con la muerte de Pablo VI, cambiaron los aires que venían del Vaticano. La Eclesiam Suam, la encíclica montiniana del diálogo, perdió vigencia y protagonismo; empezó a germinar un cierto involucionismo que ha ido creciendo durante el largo pontificado de Juan Pablo II. Y, precisamente en ese momento, la progresista Asociación de Teólogos Juan XXIII inició sus congresos anuales en Madrid, haciéndolos coincidir con los días de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal. Parecía una actividad paralela y una contestación. Los teólogos de la Juan XXIII pidieron la presencia de un obispo en su reunión. Javier Osés, que iba siempre por la vida con el corazón en la mano, por libre decisión y sin reticencia alguna, se presentó a dialogar con los teólogos progresistas. Este gesto, su compromiso y su pensamiento, expresado en entrevistas, cartas pastorales y artículos, no gustaron a las altas esferas eclesiásticas y quedó confinado para siempre en la cristiana y viva Huesca, aunque él siempre se encontró feliz en su querida diócesis.

En las últimas asambleas plenarias del episcopado no intervenía casi nunca en los debates -actual-mente hay otros obispos que actúan como él-, quizás porque creía que las líneas básicas de la orientación de la Conferencia estaban ya trazadas de antemano. Pero Javier Osés seguía trabajando, y muy bien, como presidente de la comisión episcopal de pastoral social. Tenía una gran sensibilidad para percibir las injusticias y los sufrimientos de las personas, especialmente de los más pobres, los excluidos y marginados.

Ha muerto víctima de una larga y muy dolorosa enfermedad, que soportaba con extraordinario temple y confianza cristianas. Esperaba la partida con el espíritu tan conmovedor de san Francisco de Asís, que la llamaba 'hermana muerte'. Realmente, para el cristiano, la muerte es una hermana que nos lleva de la mano al encuentro de Cristo resucitado y glorioso.

Dios quiera que el ejemplo de monseñor Osés cunda entre el episcopado español, porque creo sinceramente que es el perfil de obispo que necesita hoy la Iglesia en España: abierto, comprensivo, dialogante, sin dogmatismos innecesarios, cercanos a los problemas de las gentes y con la suficiente humildad como para reconocer los fallos y los errores de la Iglesia actual.-

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