En recuerdo de Ángel
Hace dos meses murió un ángel, Ángel González Solís, todo el que lo conoció sabe que hacía honor a su nombre, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. Muchos de los lectores lo conocerán pues fue noticia de prensa y televisión, murió en Perú en un accidente de autobús. Viajó allí como colaborador de la ONG Solidaridad Internacional Andalucía.
Desgraciadamente este tipo de accidentes ocurre con mucha frecuencia, pero siempre a la gente, nunca a nadie conocido. Esta vez le ha tocado a uno de mis mejores amigos y aunque ha sido la experiencia más dura de mi vida, me siento afortunada de haberla vivida porque tuve la suerte de conocerle.
El motivo por el que escribo esta carta es porque no pude despedirme de él. Ángel, nunca te dije lo especial que eras y lo mucho que te quería.
Quería disculparme contigo porque desde que nos licenciamos el año pasado no nos habíamos vuelto a ver. Tu muerte nos ha servido para darnos cuenta de lo importante que es mantener el contacto con los amigos por muchos kilómetros que nos separen. El día de tu funeral nos prometimos organizar cada año una cena para reunir a toda nuestra promoción, este año será en diciembre y aunque tú no estés con nosotros siempre serás nuestro anfitrión.
Quería agradecerle a tu prima las palabras de aliento que nos dedicó a tus amigos, especialmente a Nadia. Por mucho que me cueste intentaré seguir su consejo: no estar triste porque ya no estés aquí y por el contrario sentirme afortunada por haber sido tu amiga e intentar seguir tu ejemplo porque tu vida, aunque ha sido muy corta, fue muy intensa y digna de admiración e imitación. Ángel, nunca te olvidaremos.
