Un Zaragoza ruinoso
Lluvia de silbidos en La Romareda para un equipo que mereció perder ante el Servette
La eliminatoria se decidirá en Suiza y el Zaragoza puede estar contento por ello. El equipo maño estuvo muy desacertado durante todo el partido. Tiró el primer tiempo de forma descarada, lo que hizo que su afición le despidiera con una sonora pitada. Saltó al césped demasiado relajado y excesivamente confiado en sí mismo. Y poco castigo recibió por ello.
ZARAGOZA 0| SERVETTE 0
Zaragoza: Lainez; Pablo (Cuartero, m. 51), Aguado, Sundgren, Esquerdinha; José Ignacio, Aragón, Juanele, Jamelli (Marcos Vales, m. 46), Galletti (Corona, m. 63); y Yordi. Servette: Pedat; Jaquet, Wolf, Mieville, Fournier; Bath, Londono, Lonfat, Oruma; Frei (Reina, m.80) y Obradovic. Árbitro: Michael Fröhlich (Alemania). Amonestó a Wolf. 20.000 espectadores en La Romareda.
Pese a que Rojo alineó un once bastante ofensivo el conjunto zaragocista fue incapaz de hilvanar una sola jugada de peligro en toda la primera mitad. El Servette, agazapado atrás, vio que con estar concentrado en defensa se bastaba para aguantar el marcador, y lejos de querer mantenerlo, se decidió a atacar. Y encontró en Oruma a su principal referente. El interior izquierdo fue una pesadilla para Pablo. A los veinte minutos mandó un balón al palo que encendió al publico maño.
Ni siquiera el recurso que más suele utilizar el Zaragoza en casos de emergencia, el pelotazo en busca del poderoso remate de Yordi, funcionaba. El Servette llegó incluso a sentirse superior y las únicas ocasiones eran suyas. Un tiro de Frei pudo suponer el 0-1 pero el balón, que se colaba llorando en la meta de Lainez, fue sacado en la línea de gol por Esquerdinha. El público expresó entonces de forma airada su impaciencia. Pero el Zaragoza no tenía su día. Y si no que se lo digan a Juanele, que tiró al lateral de la red un balón cuando sólo tenía que empujarlo a la redY el Zaragoza fue presa entonces de los nervios. Los problemas que ya exhibe en la Liga los mostró ayer en Europa, donde su condición ruinosa se hizo patente sin disimulo.
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