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Liga de Campeones | FÚTBOL
Columna
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Valerón domina un partido maravilloso

Santiago Segurola

Un encuentro divertido no es necesariamente un gran partido. Pero éste no fue el caso de lo que ocurrió en Old Trafford, donde se vio una maravillosa noche de fútbol, favorecida porque había un gran equipo inglés por medio. Un gran equipo italiano se hubiera preocupado primero de impedir el expansivo juego del Deportivo. Por fortuna, el Manchester se preocupa exclusivamente de sí mismo.

Es cierto que se produjeron los fallos y las concesiones que habitualmente detestan los entrenadores y los oxtodoxos, lo que abundaría en la idea de un atractivo pero olvidable partido. Sin embargo, el peso de los errores -la incomunicación entre Brown y Barthez alcanzó niveles cómicos- resulta insignificante frente a la importancia de los factores que convirtieron el duelo en una belleza. Todo comenzó por la generosidad de los dos equipos, mucho menos pendientes de la arquitectura táctica que del placer de jugar, con lo que eso significa para jugadores como Beckham, Giggs, Scholes, Valerón o Diego Tristán. Decididamente fue un partido para futbolistas. Algunos tuvieron una actuación colosal, como Valerón y Tristán, que desarmaron al Manchester con su ingenio y astucia. Para Valerón fue un momento importante en su carrera. Tanto tiempo bajo sospecha por su dificultad para estar a la altura de su clase en los grandes partidos, Valerón estuvo varios cuerpos por encima de todos los protagonistas en una noche trascendente. Todo el mundo debería tomar nota y sacar consecuencias: él, su entrenador, Camacho, los aficionados, los periodistas. Frente al Manchester y ante algunos de los mejores jugadores del mundo, Valerón dio la medida de lo mucho que vale. Basta decir que fue la cima de un partido inolvidable.

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Un Depor grande, grande de verdad

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