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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A Sagarra, a propósito de 'Picasso eròtic'

Querido amigo:

Claro que me acuerdo. Si en la presentación del catálogo de la exposición Picasso eròtic no se hace ninguna referencia a la exposición que se celebró en Barcelona en el año 1979 [a la que Joan de Sagarra se refería en su Horma publicada el pasado jueves], es porque se trata de un texto compartido con los tres directores organizadores de la exposición. Naturalmente, todo esto, tan próximo a nuestro museo y a nuestra ciudad, pensaba relatarlo en la conferencia de prensa y en la inauguración. Me acuerdo perfectamente de ese momento en el que se levantaron las pegatinas de la palabra cony de la segunda viñeta del aleluya que anuncia el cuarto y definitivo viaje de Picasso a París, en tu presencia, de Lluís Permanyer y de Rosa Maria Subirana. Me acuerdo porque, como dices, eran tiempos distintos y menos libres, pero al mismo tiempo muy divertidos.

Me acuerdo de la provocación que supuso el presentar el pequeño conjunto de dibujos de tema erótico que Lluís Garriga i Roig había donado al museo muchos años antes y que por razones evidentes no habían sido jamás expuestos hasta que tú, como delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, decidiste sacarlos a la luz. Me acuerdo del atractivo cartel que diseñó Toni Miserachs, que se vendió como rosquillas. Me volví a acordar cuando hace dos años una señora norteamericana, de aspecto respetable y coquetón, se presentó en el museo dándose a conocer como la pin-up que aparecía en el cartel y a quien hace cosquillas, gracias al humor de Picasso, un gordinflón Sabartés, desnudo. Era la actriz Neile Adams, quien en la década de 1950 estuvo casada con Steve McQueen y era también amiga de Esther Williams, otra de las pin-up que aparecía en esta serie de composiciones humorísticas en las que Picasso caricaturiza y homenajea a su amigo Sabartés.

Como bien dices, la envergadura de la exposición que dentro de pocos días se abrirá en el Museo Picasso y que constituye una recopilación y un análisis de la presencia del componente erótico a lo largo de toda la trayectoria de la obra del artista, la coloca en otra esfera. La de Barcelona del año 1979 fue como una rebelión, un intento de poner las cosas en su sitio; fue mostrar unos fondos del museo ocultos por unas circunstancias absurdas; había que normalizar una situación y fue un éxito. Fue idea tuya, fuiste tú quien asumiste la responsabilidad; desde el Museo Picasso nunca se hubiera pensado.

Han cambiado, afortunadamente, los tiempos, y ahora desde los museos se puede realizar una exposición como la que ya se ha presentado en París y en Montreal, ya a nadie le extraña. No tengo el cosquilleo de temor que experimenté en el año 1979, tampoco el de regocijo ante lo inusitado de la situación. Por eso, desde la exposición de hoy, contemplo la de ayer con una ternura inolvidable, a pesar de que en el catálogo quede sólo referenciada sucintamente en el apartado de exposiciones.

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