"¿Qué podemos hacer?"
Indignación y temor en la comunidad islámica española por los bombardeos
'La comunidad musulmana vive con muchísima indignación y enfado el ataque'. Esta declaración de Hamed Liazid, principal autoridad islámica de Ceuta, es una muestra del estado de ánimo que ayer experimentaron de un modo u otro los cerca de medio millón de musulmanes que viven en España. Temor por las imprevisibles consecuencias de los bombardeos de EE UU sobre Afganistán e ira por el doble rasero que Washington practica en otras zonas del mundo, como Oriente Próximo, resumen las impresiones de responsables religiosos, dirigentes de asociaciones culturales o musulmanes de a pie.
Al frente de una comunidad religiosa como la ceutí, integrada por unas 35.000 personas que profesan sus creencias en 20 mezquitas y salones de culto, Hamed Liazi señala: 'Aunque digan otra cosa, los americanos están atacando a la población civil de Afganistán, castigada por guerras y hambrunas. A nosotros, los musulmanes, nos resulta chocante porque se está atacando de nuevo a gente inocente'. A pesar de que la normalidad fue ayer absoluta en las mezquitas españolas, donde se registró la misma afluencia de fieles que cualquier otro lunes, las opiniones airadas saltaban de grupo en grupo. 'Hay un mal sabor de boca porque existe una condena muy injusta del islam en la que pagan justos por pecadores', comenta Abselam Hamadi, presidente de la comunidad Al Bujari, de Ceuta. Desde Melilla, la otra ciudad española del norte de África, el secretario de la Comisión Islámica, Abderramán Benaya, afirma: 'El terrorismo es un modus vivendi de un grupo de criminales que no pueden basarlo en el islam. Ni desde Occidente se puede permitir distorsionar la imagen del islam ni estos terroristas pueden maquillar sus verdaderas intenciones escudándose en la causa palestina'. Las alusiones al conflicto palestino-israelí están muy presentes. 'Nos sentimos decepcionados', dice Abdelkader Mohamed, portavoz de la asociación Bard, de Melilla, 'al observar cómo se ha producido una ofensiva tan rápida en un caso en que se ha visto afectado Estados Unidos y, en otras ocasiones, como el terrorismo del Estado de Israel, las respuestas no son ni contundentes ni rápidas'.
'Aquí ya hay algunas personas que nos llaman moros y a las que no les gustamos', se lamenta un anciano
Tanto en Madrid como en Cataluña, las dos comunidades que cuentan con mayor número de musulmanes, la jornada de ayer se vivió con calma, aunque el indiscutible tema del día en todas las conversaciones apuntaba a los bombardeos de Afganistán. En el castizo barrio madrileño de Lavapiés, con notable presencia de inmigrantes musulmanes, la rabia y la indignación se dejaban sentir en los corrillos. Y la impotencia, mucha impotencia. '¿Qué podemos hacer, qué pueden hacer ahora los pobres afganos?', se preguntaba Ibrahim. Las mismas interrogantes se planteaban sus compañeros de charla. Todos ellos son marroquíes que no entienden por qué Estados Unidos devuelve el golpe contra el más débil. 'La gente que murió en Nueva York era igual que la gente que va a morir en Afganistán', se aventura a decir Khalid. 'Aquí ya hay personas que nos llaman moros y a las que no les gustamos. Ahora todo será peor. Pagamos siempre los mismos', se lamenta un anciano en un rudimentario castellano. Sentados alrededor de un cuscús, aseguran estos hombres que los ataques lanzados el pasado domingo por George W. Bush lo único que van a conseguir es alimentar más el odio que los islámicos sienten en muchas partes del mundo contra EE UU.
Algo más conciliador se mostraba Mohamed Rifai, presidente del Consejo Islámico Cultural de Cataluña, quien tras calificar de 'lamentable' el ataque de EE UU contra Afganistán, no considera los bombardeos como una agresión contra el islam. 'Hoy [por ayer] publica EL PAÍS que 4.000 musulmanes están encuadrados en el Ejército de Estados Unidos, y cabe recordar que en el atentado terrorista contra las Torres Gemelas murieron 600 musulmanes'.
La frontera del Barrio Chino entre Melilla y Marruecos permaneció ayer cerrada al tráfico durante unos minutos al ser apedreados algunos agentes por exigir documentación diversa a los marroquíes que pretendían entrar, una situación que se repitió en el puesto de Farjana. Fue el incidente más grave en territorio español el día después del ataque de EE UU contra Afganistán. La Delegación del Gobierno en Melilla decidió reforzar el control fronterizo y limitar el tránsito pidiendo a los marroquíes el pasaporte o el permiso de residencia y trabajo, lo que produjo aglomeraciones en el Barrio Chino y en Farjana que derivaron en los citados apedreamientos a los agentes. El delegado del Gobierno, Arturo Esteban, dijo desconocer si algún policía o guardia civil había resultado herido. Las aglomeraciones, de unos 400 marroquíes en ambos pasos, fueron disueltas por la policía marroquí, tras lo que se volvió a abrir el paso fronterizo del Barrio Chino, aunque se mantuvieron las medidas de limitación del acceso 'por razones obvias', dijo Esteban.
El delegado del Gobierno dijo que estos incidentes demuestran una 'falta de lealtad con Melilla de quienes los producen, pese a que obtienen muchos beneficios de esta ciudad'. Desde los ataques de Estados Unidos contra Afganistán y al igual que se hizo tras los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono, Melilla cuenta con un dispositivo policial reforzado en la frontera con Marruecos, en el aeropuerto y en lugares estratégicos.
Incidentes aislados
No obstante, fueron incidentes aislados en una jornada que el secretario de la Comisión Islámica de Melilla, Abderramán Benaya, consideró de 'normalidad absoluta, como en cualquier otro punto de España'. 'La afluencia a las mezquitas ha sido como la de todos los días y el movimiento en las calles ha sido también como el de cualquier lunes'.
Esteban subrayó que, pese a los altercados en los puestos fronterizos, la situación en la ciudad había sido 'de absoluta normalidad' y destacó que las asociaciones religiosas, partidos y agentes sociales que firmaron la semana pasada el Manifiesto por la Concordia le llamaron ayer para 'renovar su compromiso de vivir en paz'.
Por otra parte, la Delegación del Gobierno en Ceuta confirmó ayer la puesta en marcha de un servicio de vigilancia sobre los templos religiosos de la ciudad en previsión de que se produzcan ataques tras la ofensiva de Estados Unidos contra Afganistán. La medida, en la que intervienen unidades de la Policía Nacional y la Policía Local, se ha producido a raíz de que el pasado mes, tras los atentados contra Estados Unidos, un grupo de jóvenes musulmanes prendiera fuego a una iglesia católica y apedreara la sinagoga de la comunidad hebrea. El delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Vicente Moro, manifestó que 'como tenemos una mala experiencia de atentados contra templos religiosos, hemos establecido una vigilancia discreta'.
El imam de la mezquita de Sidi Embarek, Hamed Liazid, anunció que realizará otro llamamiento a la calma, como ya hiciera el pasado 11 de septiembre. 'Cuando pasa algo de esta magnitud, resulta obligatorio hacerlo. La mayoría de los musulmanes de Ceuta quieren paz y convivencia, si bien es cierto que existen algunos exaltados'.
Los líderes religiosos islámicos de Ceuta no creen que el conflicto bélico repercuta por ahora en esta ciudad española del norte de África, donde la guerra del Golfo de hace una década provocó una brecha en la convivencia entre católicos, musulmanes y hebreos.
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