Animal único
Emilio Lledó no sabe lo que se pierde por no mirar la televisión. Él está siempre mirando la caverna de Platón, se encuentra con Saramago; y allí se enteran del fondo humano, si es que lo tiene. Viendo un documental del canal National Geographic pensaba si no seremos todos un solo animal, desde el pececillo a Steiner. Lo pienso también viendo la colectividad política: todos son un diputado. La cólera de Rato y su intemperancia no es distinta de las de otro, y la de los seres abisales. Hay que verle, y luego desmentir cierta sospecha que levantaba El Mundo ayer sobre una empresa en la que participa. En esta superficie es interesante ver cómo no sólo ese periódico sino Abc regañan continuamente al vicepresidente segundo. Está en desgracia. Comprendo que a Lledó le parezca poco importante, pero si ese desgraciado (digo, por la caída) asombra, también lo hacen Corcuera y Barrionuevo en la vista por los fondos secretos desaparecidos. No sé si la gente delicada deja ver esas escenas a sus hijos. Siempre los dejé ver todo, a veces con un escalofrío por el mal gusto por lo que elige alguno; un niño está más seguro ante un porno que ante el Parlamento donde se muestra el hombre político (ya sé, Emilio, zoon politikon: estaban en todo) que dirige vidas y haciendas. Y hablando de haciendas: otro amigo, Eduardo Sotillos, pasa las tardes con la CNN+ porque las comparecencias le fascinan. Se aprende de ellos más que con Freud. Desde Tejero y el animal parlamentario en su guarida no se veía otro estudio humano de tanta importancia. ¡El ecónomo de Valladolid! Un curita pequeñito, sonrisa seráfica y guardaespaldas, que no recordaba si había sido condenado y había tenido que pagar una indemnización.
No creo que se deba dejar de ver la verdadera vida, la de la televisión. Ortega hablaba de la teoría de marco, y aún no conocía la televisión: la vida real está enmarcada en nuestro salón, y nos enseña la terrible fauna, los bichos de debajo de las piedras y los padres de la nación. Padres, además, que de cuando en cuando regañan a los hijos de la nación porque los viernes mezclan ginebra con coca-cola, fuman y se meten algo de mano (no mucha, ni muy profundamente: repito que es una sociedad de superficie). Hacen mucho menos daño. (Y ayer empezó la campaña gallega. Promete mucho).
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