Peleados por el helado
Algunos jugadores del Valencia están molestos con el técnico, Rafa Benítez, y le acusan de tratarlos como a juveniles
¿Cuál es el crimen del helado? 'La grasa', afirma el médico del Valencia, Jorge Candel, que ha restringido el postre preferido de los jugadores valencianistas en las dos últimas temporadas: el helado. La restricción ha provocado el malestar de algunos futbolistas con el doctor y, sobre todo, con el técnico, Rafa Benítez, al que responsabilizan de la decisión.
¿Y qué daño hace esa paellita de verduras que se tomaba la plantilla en el Parador de El Saler el día previo a los partidos: un rito que estableció hace tres cursos Claudio Ranieri? 'Hay futbolistas a los que les sienta mal, y que son titulares', responde Candel.
Total: ni helado, ni paella, pero tampoco aceitunas ni repeticiones de platos si uno se queda con hambre. Son los nuevos hábitos alimentarios que los futbolistas creen que ha impuesto Benítez, y que el doctor Candel asegura que es cosa suya. 'El entrenador es muy ecuánime: pregunta, pero no impone', asegura el médico, que tilda de 'chiquilladas' las protestas de los integrantes del plantel. 'No son nuevos hábitos alimentarios, sino mayor variedad. Simplemente ahora hay otros postres como las natillas o el flan', añade.
Pero los jugadores no lo entienden así. 'Si comiendo paella y helados hemos sido campeones de Copa y subcampeones de Europa dos años, ¿por qué lo cambian?', reflexiona uno de ellos. El conflicto propició una reunión la semana pasada entre el médico y los futbolistas de la que no salió ningún acuerdo. El Kily González expresó abiertamente su enfado.
El hombre es lo que come -dijo Aristóteles-, y el futbolista del Valencia reivindica seguir siendo como era. Algunas de estas órdenes del técnico han enturbiado las relaciones internas. Hay otras. Por ejemplo: la temporada pasada, los miembros del equipo disponían de una habitación individual en los desplazamientos; ahora, en cambio, la comparten con un compañero que elige el propio entrenador. No se juntan, pues, por afinidades, sino por decisiones técnicas. Son maneras discutibles de imponer la autoridad: una serie de medidas que hacen sentirse a algunos jugadores como juveniles.
Y eso que, acostumbrados al distante y frío Héctor Cúper, el vestuario acogió con gusto la llegada de Benítez. Un hombre dialogante y cordial. 'Una buena persona', coinciden los jugadores, que lo piropearon públicamente en la pretemporada. Han bastado cinco jornadas de Liga, sin embargo, para que aparezcan los pequeños conflictos que envenenan la convivencia. Cuando antes se alababa su capacidad de diálogo, ahora se critica que dé tres charlas tácticas antes de un partido: por la mañana, después de comer y antes del encuentro. Lo que antes era atrevimiento en el juego, ahora es rigidez y conservadurismo recalcitrante.
El equipo todavía no ha perdido -es séptimo con nueve puntos-, pero su fútbol ha caído en picado. Y ése es el verdadero trastorno en el grupo, que se las prometía muy felices cuando derrotó al Real Madrid en la primera jornada de Liga.
El Valencia quiso fichar el pasado verano como entrenador a Luis Aragonés, Javier Irureta y Mané, y cuando éstos tres rechazaron la oferta, se decantó por el inexperto Benítez. El entonces presidente, Pedro Cortés, ya calculó el riesgo que corría: que el vestuario se le fuera de las manos. Ahora, la directiva que preside Jaime Ortí se plantea si a su entrenador le pesa demasiado la responsabilidad. Después de ser dos años consecutivos subcampeón de Europa, la exigencia de Mestalla es altísima. Tal vez excesiva.
El desplante de Salva
El delantero Salva Ballesta, de 26 años, desairó a Benítez el domingo en Mestalla en el partido ante el Alavés (0-0). Se marchó del banquillo durante el encuentro al entender que el técnico no tenía intención de sacarlo a jugar. Después se arrepintió y regresó a la banqueta. Pero más tarde, cuando Benítez lo mandó a calentar y lo hizo sentarse otra vez porque no iba a salir, Salva montó en cólera, lanzó la sudadera de calentamiento a la grada y desapareció por el túnel de vestuarios barriendo a patadas todo lo que se le ponía por delante. Benítez se reunió al día siguiente con el delantero y lo reprendió por lo sucedido, pero no le ha impuesto multa alguna, al menos públicamente.
El ex delantero del Atlético, que presume de que no le gusta el fútbol, sino competir, llegó en verano al Valencia, que pagó 1.800 millones de pesetas. Pero Salva, de momento, sólo ha sido titular en dos de los cinco encuentros de Liga. Ha marcado un solo gol. Y no será por culpa del helado.
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