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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Aclaración

En el ejemplar correspondiente al pasado día 13 de septiembre del periódico que usted dirige se publicó un artículo titulado Operación rescate de 800 millones en Gescartera y subtitulado 'El exceso de celo del tesorero del Colegio de Arquitectos, por un abono que se retrasó sólo cinco horas, permitió a la institución recuperar sus inversiones en la agencia'. A este propósito se recogen determinadas declaraciones realizadas por mí, y otros comentarios realizados por el autor del artículo.

Sin embargo, en el último párrafo de este artículo, el firmante del mismo formula una conclusión que debo corregir, porque su literalidad no se corresponde con la realidad de los hechos, y puede generar interpretaciones gravemente erróneas. Se dice allí 'el exceso de celo, y un soplo a tiempo, evitó que el Colegio de Arquitectos se abismara en la zozobra que sacude ahora a miles de personas que perdieron sus ahorros'.

La realidad no es ésta, y estoy convencido de que esa frase se debe a un error. En efecto, el Colegio de Arquitectos no ha recibido nunca ningún 'soplo' de nadie respecto de la situación de la compañía Gescartera, y todas las decisiones adoptadas al respecto se han tomado con la misma información de la que han podido disponer todos los ciudadanos, y por ello también las 'miles de personas que perdieron sus ahorros'. Yo sólo comenté al periodista que en el mes de septiembre de 2000, hubo algunos problemas con el vencimiento de un pagaré de empresa, y que una persona que trabaja en el mundo de las inversiones financieras me comentó que la CNMV estaba haciendo constantes referencias a la prudencia para advertir a los inversores de la existencia de 'chiringuitos financieros'. Del propio artículo resulta claro que, con posterioridad a esa fecha, y durante varios meses, seguimos manteniendo relaciones con Gescartera, que no habríamos tenido de haber conocido la existencia de cualquier problema relativo a su seriedad o solvencia.

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No hubo, por tanto, 'soplo' alguno que haya condicionado nuestras actuaciones en relación con esta sociedad, ni hemos manejado con ella información distinta de la que pudieron tener todos los inversores en esa sociedad.

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