El Ciclo Iberoamericano de las Artes se llena de propuestas argentinas
El festival se celebra en el teatro Ensayo 100
El teatro argentino polariza el II Ciclo Iberoamericano de las Artes, que se celebra en la sala Ensayo 100, hasta el día 21. Hay función todos los días de la semana, salvo los lunes. Incluso, si acuden de miércoles a sábado, los espectadores pueden degustar dos piezas representativas de la escena latinoamericana en la misma jornada. Un poco de amor del que acaba mal, otro tanto de locura o 'demencia cuerda', dos indagaciones sobre la memoria, un homenaje a los cómicos marginales y una sátira de Beckett sobre la estupidez humana componen un friso de la escena teatral iberoamericana reciente.
El martes es una jornada de amor trágico en la sala Ensayo 100: el que irradia La casa del viento, de Alejandro Orlando. La compañía argentina Iscariote desgrana la triste historia de Lucio y Ana, una pareja que en una huida desesperada del azote del viento, el frío y la lluvia se cobija en una casa abandonada. Allí, en vez de encontrar sosiego y calor, los protagonistas se topan con una suerte de espejo de sus vidas.
'En ese lugar se entremezclan pasado y presente, sus sueños y sus frustraciones, recuerdos gratos y experiencias dolorosas', como dicen los programadores. Aflora, entonces, lo que el autor llama 'el amor desencontrado', aquel en el que 'lo que alguna vez fue bello, poético y romántico se convierte en trágico irremediablemente'. El propio dramaturgo da vida a Lucio.
Independencia sobre el texto
La tarde de los miércoles se despereza con la negrura de La casa del viento y entra en los páramos nocturnos con Cuadro de asfixia, del también argentino Rafael Spregelburd. La directora del montaje, Yolanda Sáez, cuenta que le fascinó la independencia con la que podía trabajar sobre el texto original -el dramaturgo dice que no suele meterse en 'la experiencia del director' y, más aún, que le parece 'extraño' que alguien ponga tanto interés en una experiencia 'tan suya'-.
Sáez señala que Cuadro de asfixia es un montaje 'de indagación', nada convencional, repleto de 'actores locos, extraviados en su propia realidad, que intentan mostrarse cuerdos en su demencia buscándole una lógica a la vida'. En ese punto, el único refugio es la memoria, pese a 'ser siempre una tramposa', apostilla la directora. Cuadro de asfixia es, en realidad, una parte del proyecto Esfera de la Memoria, una reflexión artística en torno a la capacidad para recordar.
El otro lado del proyecto se titula Jardín de pulpos, que tiene función los sábados y los domingos, a las 21.30. Este texto del argentino Arístides Vargas pone sobre las tablas un diálogo entre la memoria y los sueños, personalizados en José, un tipo amnésico que batalla por recuperar el pasado, y Antonia, la mujer que le ayuda a salir de ese pozo mediante los sueños, una mezcla de obsesiones y recuerdos.
El II Ciclo Iberoamericano de las Artes incluye otros dos montajes, que se reparten la tarde y la noche de los jueves y los viernes: El partener y Esbozo para teatro, respectivamente. El partener es una recuperación del sainete, tan devaluado, 'con sus personajes típicos, caricaturescos, de lengua peculiar de las clases medias y bajas, con bailes y música, a través de los cuales se presenta un conflicto concreto que roza el melodrama y desemboca en una crítica de costumbres con final feliz', en palabras del director del espectáculo, Jorge Cassino.
Cómicos marginales
'Es un humilde homenaje a todos aquellos cómicos marginales, herederos sin gloria de los míticos juglares, artistas de circo, del radioteatro, de variedades, que recorrían y recorren rincones perdidos de cualquier parte llevando sus versos, sus bailes, canciones y leyendas', añade, y explica que para ello utiliza textos de Mauricio Kartún.
Finalmente, para la noche queda una ración de humor grotesco con el Esbozo para teatro I, de Samuel Beckett, que presenta un mundo en ruinas, 'vacío, muerto, amorfo', para dejar a la vista 'la estupidez humana'.
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