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Columna
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Retórica con espolones

Parece como si en la vida pública hubiésemos iniciado este otoño mojado, que invita a la reflexión, utilizando una retórica con espolones. A los gallos se les afila la apófisis ósea para que peleen entre ellos. Las peleas entre aves gallináceas tienen su público; pero ignoramos la aceptación social que pueda tener la retórica con espolones. Y espolones los hay en esas cuñas radiofónicas del PP de Eduardo Zaplana, donde 13 años de gestión socialista quedan reducidos a la nada; mientras los últimos cinco o seis años gestionados por la derecha nos aportaron el bienestar del que disfrutan los suizos. Irrisorias, estas cuñas. Retórica con espolón en las cuñas del PSPV-PSOE de Joan Ignasi Pla en donde la gestión del PP se reduce a la peste porcina y a la inseguridad ciudadana, como si lo uno y lo otro no fuese conocido desde hace bastantes décadas. Irrisorias también, esas cuñas. Y luego está la retórica con espolones que cruza la Península desde el Mediterráneo valenciano a la Extremadura de las encinas belloteras; una retórica cargada de desacreditaciones, malparadas reputaciones y honores calderorianos mancillados que, como en el teatro del Siglo de Oro hispano, tienen más de comedia que de tragedia o drama. Escasa atención o desdén es cuanto le presta el taxista de turno o la calle a esta retórica con espolones de determinados protagonistas de la vida pública y política valenciana, que deberían estar serenamente enzarzados en temas de mayor calado. Podrían enzarzarse, serenamente y a la pálida luz del otoño, en un debate y reflexión sobre cuanto está ocurriendo en la escuela pública, que se degrada sin que nadie lo evite ni proponga las necesarias y urgentes reformas que se le han de hacer a la LOGSE. Unas reformas que necesitan seriedad, consenso y, sobre todo, unas reformas que partan de la realidad concreta escolar y no de la teórica realidad de teóricos pedagogos de despacho. Las reformas son necesarias, porque la educación y el estudio dulcifica el carácter y suprime la barbarie, como indicaban los clásicos. Nuestros adolescentes y jóvenes son el futuro en mucha mayor medida que los grandiosos proyectos diseñados para la cultura del ocio que nos regalan algunos oradores que utilizan una retórica con espolones. Y es destacable y loable que algunas entidades privadas o paraoficiales las que realicen esa reflexión e inicien ese debate sereno. En su Colección de Estudios Sociales la Fundació La Caixa publicó un estudio serio y documentado sobre la situación de la escuela pública tras la implantación de la LOGSE: La familia espanyola davant l'educació dels seus fills. Un estudio que deberían tener romanos y cartagineses, gobierno y oposición, en la cabecera de sus camas. Hay ahí mucha explicación documentada sobre el atino o desatino de la ESO; Hay ahí mucha encuesta relevante, hecha en Bilbao, Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia, entre los distintos estamentos que constituyen la comunidad escolar; hay mucho dato sobre la burocratización de las escuelas y el cumplimiento pro forma en las mismas de las directrices oficiales que maestros y profesores sortean con más o menos sentido común. Pero este otoño, como los anteriores, nos quedaremos sin la reflexión, sin las decisiones necesarias y urgentes que precisa la escuela de todos. Tendremos, eso sí, desarraigo escolar, y adolescentes mediocremente instruidos. Tendremos más brotes de violencia juvenil y retórica con espolones entre quienes más deberían estar preocupados por un cambio sereno y consensuado.

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