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A DEBATE
Columna
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El síndrome del gorrón

En la literatura sociológica se usa el término 'gorrón' para describir la actuación del sujeto que se beneficia de la acción colectiva sin participar en ella ni asumir sus costes, de aquél que desarrolla una práctica oportunista que supone la síntesis perfecta entre capitalismo y socialismo: inversiones de los demás y beneficios propios. El gorrón es sencillamente un aprovechado. Va de suyo que por la naturaleza de su propia acción la del gorrón no puede ser solidaria, porque su esencia es el egoísmo, ni, por lo mismo, puede tener capacidad o potencial de emancipación.Tras el colapso del 'socialismo real' y el fin de la guerra fría el mundo ha cambiado, y las instituciones generadas durante aquella o bien se transforman o bien perecen. El primero es el camino seguido por la OTAN en tanto en cuanto ha sido elegida por los países de la Unión Europea como el marco para desarrollar una política propia de defensa y seguridad, en parte por razones pragmáticas, en parte por razones políticas. El reforzamiento del 'pilar europeo' ha sido la vía escogida para comenzar la construcción del sistema de defensa que la UE y su política común de paz y seguridad exigen. No pertenece al reino de lo casual que ese reforzamiento sea visto no sin recelo al otro lado del Atlántico: sin una defensa común los países de la UE no son aliados fuertes, con ella la dependencia militar europea se reduce y la asimetría entre la UE y los EE UU entra en camino de superación. Ni contigo ni sin ti....Una política de defensa común exige unidades, organización, material, logística, inteligencia, etc. comunes, y como todo eso necesita espacio y despliegue aquella política de defensa exige instalaciones y bases. Las de Bétera sin ir mas lejos. Y exige las dotaciones presupuestarias correspondientes. Una de las razones, y no la menor, de la dependencia y subordinación militares de la UE a los EE UU se halla aquí: los europeos gastamos, en términos de PIB, algo menos de la mitad que los EE UU, y algunos países, entre ellos España, gasta menos de la quinta parte. Y la UE gasta casi un veinte por ciento menos que la Federación Rusa. El rechazo por principio de los gastos y la política de defensa solo tienen sentido si no hay riesgos, ni actuales ni potenciales, para nuestra seguridad. Como el mundo no es así, a la postre el Balcán o el GIA no están tan lejos, ese rechazo supone en el mundo real la aceptación incondicional de la supremacía americana o, no sé si alternativamente, la asunción de la estrategia del 'que nos defiendan ellos'.

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