La única fe que nos quedaba
Y ya pasada la prueba de tu renuncia,
olvidado el oscuro pasaje de tu ausencia,
cuando el hechizo se ha encarnado
en el pálido trazo de lo que una vez fuiste,
qué puedo hacer sino entregar la mirada al fuego
y contemplar cómo lo que arde
acaba por convertirse en ceniza,
y lo que un día juzgamos eterno
no es más que esa migaja
caída del obseso sentimiento.
Acaso puedo pensar que sobra filosofía
en esta hora posterior a la batalla
y lo que antaño fue pasión y lucha
hoy no es más que una lenta inmolación de tus encantos
en la pira funeraria de un culpable.
Podría pasar así mil noches
viendo arder la hoguera de mi descalabro
sin darme cuenta que de mí
no hay que esperar cordura
y que, en el altar donde iluminaba tu idolatría,
habrá otra santa y quizás una oración
por todos los que han perdido la fe,
la única fe que nos quedaba.
Ramón Reboiras (San Julián de Laíño, Galicia, 1961) es autor de El resto del mundo (Lumen).
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