El Zaragoza entierra viejos fantasmas

El Zaragoza apeló a la ley del mínimo esfuerzo para quitarse de encima a un Silkeborg danés carente de cualquier argumento futbolístico y enterrar, de paso, ese viejo fantasma llamado Wisla. Como una pesadilla incrustada en lo más profundo del inconsciente, la sombra del equipo polaco había sobrevolado toda la semana por el vestuario del Zaragoza al recordar la humillante remontada que hace un año dejó a los aragoneses fuera de Europa a las primeras de cambio, pese al 4-1 del primer envite.

Ayer, como entonces, los de Txetxu Rojo también contaban con tres goles de ventaja; y ayer, como entonces, el rival apenas alcanzaba la entidad de un trámite a cumplir. Pero, esta vez sí, el Zaragoza cumplió con el papel que le correspondía. Con una alineación llena de suplentes -de los habituales tan sólo Lainez, Aguado y José Ignacio fueron titulares-, al Zaragoza le bastó un poco de oficio y otro poco de orden para desnudar a un rival lleno de carencias.

Que Larsen, el capitán del Silkeborg, fuese uno de los centrales contra lo que sugería el número 9 de su camiseta, resultó el mejor ejemplo del caos táctico de los daneses, colistas en su Liga con sólo dos puntos en nueve jornadas. La tarea se descubrió tan asequible que el Zaragoza pronto se decidó a dormir el partido, y más tras el 0-1 de Yordi. Ni siquiera el empate cambió el decorado. Los de Rojo dejaron pasar los minutos y, en la recta final, aprovecharon la entrada de Juanele y Vellisca para amarrar el triunfo y cerrar la farsa.