Una gran noticia... pequeña
La vuelta de Jordan a la NBA se difumina en los medios de comunicación de Estados Unidos porque 'la atención está en otra parte'
Ya está. La gran noticia deportiva del año ha llegado a la calle. Pero el retorno de Michael Jordan ha sido muy distinto a lo que se esperaba: un simple comunicado; un rincón en algunas portadas, no en todas, y unas pocas imágenes en los informativos de televisión. El titular de USA Today resume la sensación: 'Jordan vuelve a jugar cuando la atención de los Estados Unidos está en otra parte'.
El regreso a las canchas del mejor baloncestista de todos los tiempos mantiene una extraña relación con los gravísimos atentados terroristas del 11 de septiembre. Justamente ésa era la fecha en la que Jordan, de 38 años, debía ofrecer una multitudinaria conferencia de prensa para formalizar un anuncio esperado durante meses. La cita fue desconvocada y todos los planes cambiaron. Los patrocinadores de la estrella, que tenían listas grandes campañas de publicidad, optaron por la discreción.
El mundo ha cambiado este mes. Y Jordan también. Nunca volverá a ser el de antes, por maravilloso que resulte su juego -y hay dudas sobre ello-, porque el público le verá de distinta forma.
Hace cuatro o cinco años no era infrecuente escuchar o leer las palabras 'el Jesús negro' referidas a Jordan. Eso, ahora, en pleno luto por miles de muertos y con los sentimientos religiosos a flor de piel, sería una blasfemia casi intolerable. No sólo Jordan, sino cualquier otro gran deportista, es ahora humano, normal; sobran las comparaciones grandilocuentes. La devoción que se dedicaba al deporte se dedica a asuntos de mayor gravedad: las víctimas, la posible guerra, un futuro incierto.
Gatorade, por ejemplo, había montado una campaña de anuncios sobre la vuelta del héroe. Pero no se emitirán, de momento, porque los deportistas han dejado de ser héroes. Al menos por una larga temporada, los héroes son los bomberos, los miembros de las operaciones de rescate en Nueva York, todos los que perdieron la vida tratando de salvar a otros; después lo serán, tal vez, los soldados. 'Todo el mundo está reconsiderando el tiempo, el dinero y la energía que se dedica al deporte', comenta David Carter, especialista universitario en mercadotecnia deportiva.
'Que Jordan y su juego hablen por sí mismos; lo mejor que podemos hacer ahora es no hacer nada', admite un portavoz de Gatorade. Nike, el mayor patrocinador de Air Jordan, tampoco desea hacer publicidad. 'La explotación comercial no es apropiada', dijo Greg Johnson, vicepresidente.
Eso no implica que el dinero esté ausente de la operación. Turner Sports, la cadena deportiva del imperio televisivo creado por Ted Turner, ha cambiado su programación desde octubre para ofrecer el mayor número posible de partidos del Washington Wizards; la cadena NBC piensa hacer lo mismo; la NBA vende desde el martes por la noche, por 140 dólares (casi 25.000 pesetas), camisetas de los Wizards con el nombre de Jordan y el número que llevará, el 23, el de siempre en el Chicago Bulls; Palm, fabricante de ordenadores de bolsillo y uno de los patrocinadores del retorno, cuenta con desarrollar, quizá con un pequeño retraso, sus planes publicitarios en torno a Jordan. Los Wizards esperan un aluvión de peticiones cuando la semana próxima pongan a la venta las entradas para la temporada.
El impacto inicial, sin embargo, ha sido mínimo. 'Es difícil celebrar cosas que en otros tiempos nos habrían parecido muy excitantes', escribía ayer George Vecsey, comentarista deportivo de The New York Times. Jon Sarraceno, comentarista de USA Today, consideraba que 'Jordan no debería haber vuelto'. Sólo la prensa de Washington expresa su satisfacción por tener a Jordan en los Wizards no como presidente, sino como jugador. 'Su electricidad iluminará un equipo y una ciudad', titulaba The Washington Post.
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