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La Fundación Miró ofrece un mapa de la mirada irónica del arte en las últimas décadas

Una exposición recoge el trabajo de 17 artistas que utilizan la ironía en su trabajo

'No esperen encontrar una exposición llena de guiños fáciles, ni de humor ni de bromas. Lo que hemos pretendido es mostrar el fino hilo de la sutilidad irónica expresada en la creación artística contemporánea', explica Rosa Maria Malet, directora de la Fundación Miró, en la presentación de Ironía. Esta exposición, comisariada por Ferran Barenblit y que podrá visitarse hasta el 4 de noviembre, reúne obras de artistas contemporáneos clásicos, como Manzoni, Brossa y Nauman, junto a trabajos de otros más jóvenes, entre los que se encuentran Rogelio López Cuenca, Tere Recasens y Antonio Ortega. Entre todos se puede trazar un mapa de la mirada irónica del arte en las últimas décadas.

La exposición recoge mayoritariamente obras de creación reciente, pero que enlazan con otras de carácter histórico realizadas en los años sesenta. 'Hasta la década de 1960, el discurso de las vanguardias caminaba en un solo sentido. A partir de ese momento, el discurso de la modernidad deja de ser único. La ironía entra entonces en juego para poner en duda ese camino exclusivo', explica Ferran Barenblit. En esta línea encontramos trabajos de Joan Brossa, con sus poemas visuales; Piero Manzoni, con su célebre Merda d'artista; Marcel Broodthaers, con una película de 16 milímetros titulada La pluie, y Bruce Nauman, con un neón en el que se puede leer la leyenda: 'El verdadero artista ayuda al mundo a revelar sus verdades místicas'. 'Nauman lo escribió así porque quería saber. Al expresar lo que no creía, se obligaba a pensar sobre ello', explica Barenblit. Para el comisario de la exposición, la diferencia entre la ironía y el humor radica en que el humor parte de una certeza, y la ironía, de una duda.

Para Barenblit, la ironía es una contundente herramienta para el pensamiento. 'Es un mecanismo que nos obliga a pensar porque sabemos que aquello que nos dice no es verdad. Entonces el espectador ha de rehacer con su reflexión la obra'. Para Barenblit, este proceso es el que da la auténtica dimensión al trabajo realizado por el artista.

En total se presentan 30 obras de 17 artistas, lo que en ciertos momentos puede producir sensación de vacío en las poderosas paredes de la Miró. 'Es algo voluntariamente buscado, porque pienso que las exposiciones tienen que estar llenas de ideas y no de objetos', aclara el comisario.

Entre las obras expuestas encontramos un trabajo basado en la publicidad, realizado por Jeff Koons a mediados de la década de 1980; un proyecto de Rogelio López Cuenca, que consiste en acotar un espacio público y convertirlo en territorio privado del artista; un conjunto de postales turísticas de Javier Longobardo, que muestran rincones cotidianos del barrio de Zaídin, en Granada, y una vidriera de Wim Delvoye que transgrede su uso religioso.

Tere Recasens presenta un habitáculo en el que una vez dentro sólo se puede salir de él por las ventanas, y Antonio Ortega, que ha registrado una manera de colocar ladrillos, construye un muro cuya utilidad, como la del propio arte, se pone en entredicho. Participan también en la exposición -que a partir del 4 de diciembre se presentará en el Koldo Mitxelena Kulturunea de Sant Sebastián- Francis Als, Ibon Aranberri, Maurizio Cattelan, Christian Jankowski, Zbigniew Libera, Juan Luis Moraza y Liliana Porter.

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