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Etapas de enfrentamiento y de consenso

La estrategia de CC OO ha recorrido un largo camino, con etapas de confrontación con los gobiernos y de aislamiento respecto a otras centrales, para pasar a otras de diálogo social y de unidad de acción con UGT. Unos giros tácticos que no han estado exentos de críticas y de oposición en el seno de la propia dirección.

Los problemas que ahora resquebrajan la unidad de acción son viejos conocidos para los dos sindicatos mayoritarios. En los años de la transición democrática, Comisiones no respaldó pactos sociales que sentaron los reglas de juego de las relaciones laborales, como el Acuerdo Básico Interconfederal de 1979 entre la patronal CEOE y UGT, cuyos contenidos luego se plasmaron en el Estatuto de los Trabajadores.

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Tampoco apoyó el Acuerdo Marco Interconfederal de 1980, porque su dirección entendía que, como el anterior, 'no contribuía a reducir el paro y reforzaba las posiciones patronales'. La central hizo un paréntesis en su 'política de confrontación' para suscribir el Acuerdo Nacional de Empleo (ANE) con la patronal, la UGT y el gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), en el verano de 1981, y que se empezó a negociar nada más producirse la intentona golpista del 23-F.

Pactos no firmados

En los posteriores pactos sociales gestados en las primeras legislaturas socialistas, ya no iba la firma de los responsables de CC OO, y el sindicato empieza a construir la unidad de acción con UGT cuando esta central inicia el distanciamiento del PSOE y juntos convocan las huelgas generales. Un cambio que se produce a partir de la marcha de la secretaría general de Marcelino Camacho, relevado por Antonio Gutiérrez. El nuevo equipo abre una reflexión, en la que concluye que, tras las protestas, es importante el día después, y así diseña soluciones para 'gestionar los conflictos' y abrir luego negociaciones que permitan cerrar acuerdos.

A partir de enero de 1995, CC OO junto a UGT recompone el diálogo con el gobierno del PSOE y sienta las bases de consensos que culmina el Partido Popular, el más importante el Pacto de Toledo sobre pensiones.

Una línea continuada por los actuales dirigentes, encabezados por José María Fidalgo, que reconocen en privado que, quizás, fue un error no firmar los pactos de la transición y están empeñados en 'cogobernar todos los cambios normativos que afectan a las relaciones laborales'. Incluso, en el pasado mes de abril, han escrito un inédito capítulo en su historia, con la firma de un acuerdo en solitario con la patronal y el Gobierno del PP sobre pensiones, que le ha generado una grave fractura con UGT.

Pese a ello, los actuales integrantes de Comisiones se sienten herederos del espíritu 'comunista y cristiano' de los viejos militantes. Así lo asegura quien ha tomado la responsabilidad, tras Marcelino Camacho y Antonio Gutiérrez, de la secretaría general del sindicato, José María Fidalgo.

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