Hay que volver al trabajo
La política, como la bolsa, está sometida a movimientos cíclicos. En nuestro caso ello viene a significar que, en algún momento, situado entre el 2001 y la eternidad, el Gobierno de Zaplana, notará una especie de empuje hacia abajo, siguiendo la conocida ley de Arquímedes (invertida), equivalente a la cantidad de cansancio acumulada por sus súbditos, al nivel embriagador de poder absoluto conseguido, a ciertos errores humanos de bulto que todos tenemos, o, en fin, al volumen inconmensurable de deuda pública desalojada.
La cuestión, por tanto, desde el punto de vista de la oposición, no es dudar, como parece, de la existencia de tales ciclos, sino la de acortar la intensidad y duración de los mismos. Porque también aquí, al igual que en la bolsa, el cambio de tendencia se produce, precisamente, cuando una mayoría cree que así será. Y el encargado de correr los rumores (por así decirlo), de que tal evento se aproxima es, precisamente, la oposición, es decir el PSPV. Para eso justamente está: para generar expectativas generalizadas de la necesidad del cambio, propiciando así que éste, efectivamente, se produzca. No es fácil, claro está; se requiere un trabajo concienzudo y sin tregua para desenmascarar los diferentes pilares de la realidad virtual en la que nos ha instalado el actual Gobierno, a la vez que un esfuerzo ilimitado para presentar alternativas claras y creíbles a los ciudadanos, pero ello resulta totalmente imprescindible.
Desgraciadamente, la impresión generalizada es que el PSPV, a un año del congreso, con una organización más renovada y abierta, un líder sensato y una razonable paz interior, aún no parece haberlo conseguido. Tal vez ha llegado el momento de romper también con el viejo molde parlamentario y poner a sus señorías a trabajar, leer papeles, preguntar a la gente, patear la calle, averiguar la verdad de lo que pasa, en fin. Lamento caer en el tópico, pero es que les pagamos para ello.
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