Un ruedo impracticable
El cielo riojano se desplomó sobre la nueva plaza de La Ribera minutos antes del paseíllo. La primera faena de la feria ya estaba hecha porque el ruedo se había convertido en un platillo impracticable. Después llegaron los toros de Marca y con su endeblez y descastamiento terminaron por descomponer todos los fastos de la inauguración. Salió Ponce decidido a reconciliarse con el público de Logroño, pero el toro, inválido hasta la desesperación, se derrumbaba una y otra vez. Los dos compusieron una estampa grotesca: el torero, desafiante, y el toro, suplicando la muerte entre costaladas y aspavientos.
Con el segundo de su lote, un ejemplar anovillado pero que parecía quererse mover, compuso un trasteo largo y tedioso donde la muleta viajaba a media altura para no terminar con el escaso vigor del astado. De nada le valió.
Marca / Ponce, El Juli, Urdiales
Toros de José Luis Marca, bien presentados, mansos, descastados y con pocas fuerzas. El 4º, anovillado; 3º, devuelto por inválido, fue sustituido por uno de Antonio Bañuelos, manso, descastado y con poder. Enrique Ponce: estocada atravesada y tres descabellos (silencio); tres pinchazos y dos descabellos (silencio). El Juli: pinchazo y estocada atravesada (saludos); estocada y un descabello (silencio). Diego Urdiales: pinchazo, estocada caída y cinco descabellos (silencio); pinchazo y estocada contraria -aviso- (oreja). Plaza de La Ribera, 21 de septiembre. 1ª de feria e inauguración del coso. Lleno.
Tampoco El Juli tuvo su tarde. Con el primero de su lote logró los mejores momentos cuando citó a distancia y consiguió dibujar algún natural de trazo largo y mandón. Sin embargo, recurrió al encimismo y el toro se paró de forma inmisericorde. En el quinto, otro ejemplar aborregado y con alma de mármol, sólo pudo probar su embestida. El toro parecía encogerse por momentos y el público agradeció su brevedad.
Diego Urdiales se encontró con un sobrero de casi seis años, enorme y con poder, que derribó a los dos piqueros y que aguantó cuatro puyazos en toda regla. En la muleta fue otro borrego que llevaba la cara por las nubes ya que nunca humilló, y aunque el torero intentaba estirar la mano, lo único que se encontró fue alguna colada. En el sexto consiguió la primera oreja de la historia de este coso, tras recrearse en dos buenas tandas de derechazos donde la ligazón fue su mejor argumento.
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