El Celta se queda sin remate
El conjunto gallego da una lección a la Real Sociedad, pero fracasa ante la portería de Alberto
El Celta y el celtismo son conscientes de que probablemente disponen de la mejor plantilla de las últimas décadas y de que sus jugadores sirven para ganar los partidos y disfrutar del fútbol al mismo tiempo. Pero ayer, en El Sadar, donde curiosamente se pasearon con tres goles en el primer partido de la Liga ante Osasuna, comprobaron que la falta de pegada puede ser una mancha en el reluciente traje de un equipo acostumbrado a pasearse con un fútbol de gala. Con seis goles en el talego de los dos primeros partidos, ayer, curiosamente, el Celta no tuvo pegada ante un rival como la Real Sociedad, que jugó boquiabierta los 30 primeros minutos ante el vendaval que le proponía el adversario.
REAL SOCIEDAD 0| CELTA 0
Real Sociedad: Alberto; Kwarme, Loren, Luiz Alberto, López Rekarte; Tayfun (De Paula, m. 58), Idiakez; Aranburu, Khokhlov, Aranzabal; y Demetradze (Barkero, m. 91). Celta: Cavallero; Velasco, Sergio, Cáceres, Juanfran; Luccin, Giovanella; Karpin (Edú, m. 82), Mostovoi, Jesuli (Gustávo López, m. 59); y Catanha (Maurice, m. 75). Árbitro: Megía Dávila. Amonestó a López Rekarte y Tayfun, de la Real Sociedad, y a Jesuli y Juanfran, del Celta. Unos 14.000 espectadores en El Sadar. La Real Sociedad jugó en el campo de Osasuna al estar clasurado Anoeta por el botellazo que sufrió un asistente del árbitro en el partido de la pasada temporada, el 5 de mayo, frente al Valencia. John Benjamin Toshack dirigió, por primera vez en este curso, el partido desde el banquillo y no desde el palco como acostumbra desde que fue nombrado manager general del club donostiarra.
En media hora el Celta había encajonado en su campo a la Real, le había quitado el balón con una presión asfixiante y había ridiculizado todo el entramado defensivo dispuesto por Toshack. El equipo vasco sólo traspasó en ese periodo el medio campo con los pelotazos asustados de sus defensas o los saques de puerta de Alberto. El monopolio del del Celta era absoluto, casi insultante.
Pero a los 33 minutos el equipo vigués enseñó cuál iba ser su auténtico problema. Un centro desde la derecha de Mostovoi fue a la frente de Catanha, situado en la línea del área pequeña, sin que a su alrededor se avistará rival alguno. El cabezazo del delantero hispano-brasileño se marchó fuera. Ni el Celta ni el guardameta Alberto se lo creían. El cazagoles había errado el tiro y el Celta se contagió. El campo seguía siendo suyo, pero la portería le daba calambre. Era el segundo fallo de Catanha, como habían fallado antes Jesuli en un intento frustrado de vaselina o Velasco en un disparo con la izquierda.
En esos desajustes del punto de mira se le iba al Celta una victoria que por dominio y juego le correspondía. La Real era un solar por el que campaban Mostovoi, Karpin y Jesuli a sus anchas ante una defensa durísima de cintura y tremendamente asustadiza.
La reorganización de filas tras el descanso le dio a la Real algún papel en el partido, aunque el protagonismo seguía siendo del Celta, que con los cambios perdió imaginación y empuje. Cosas del futbol: en los dos minutos finales la Real tuvo tres ocasiones que toparon con Cavallero, convertido en héroe de un partido que el Celta había dominado con autoridad y mando en plaza.
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