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Eduardo Noriega y Paz Vega se enfrentan a la amnesia en París

Los actores ruedan 'Novo', a las órdenes de Jean Pierre Limosin

Eduardo Noriega ha perdido la memoria en París. Es un hombre amnésico que, tras sufrir un accidente, es incapaz de recordar lo que ha hecho 15 minutos antes, y se enfrenta así cada cuarto de hora a nuevos amigos, a nuevos amores. El autor de esta situación es el realizador francés Jean Pierre Limosin, que ha elegido al actor español para protagonizar Novo, un drama romántico con tintes cómicos en el que también trabaja Paz Vega.

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Eduardo Noriega interpreta a Pablo y a Graham, un español que trabaja en la capital francesa junto a su mujer, Isabelle (Paz Vega). Noriega ha indagado en casos reales de amnesia y ha descubierto que el caso del personaje que interpreta es posible. 'He hablado con un neurólogo, que me hizo ver que no hay una memoria universal, un tipo de memoria que sea idéntica en cada persona', aseguró el actor español en un encuentro con la prensa española la tarde del jueves. 'Los mecanismos son distintos', continúa Noriega, 'existe una memoria cultural que es muy difícil perder, la que nos recuerda como andar o comer, pero otros tipos de memoria son mucho más frágiles'.

Limosin no sabe si en Novo 'predominarán los elementos dramáticos o los cómicos. La situación es terrible, pero es susceptible de arrancar carcajadas. Por ejemplo, el protagonista puede declararse cada cuarto de hora a la misma mujer sin saber que ya lo ha hecho antes. Ese no tener pasado, esa imposibilidad de recordarlo, hace que haya en él algo muy infantil, de persona para la que todo es siempre nuevo'. Paz Vega es la esposa de ficción de ese hombre-niño. 'Se me hace imposible vivir con él. De golpe y porrazo dejamos de tener un pasado común y entramos en un proceso de separación. Le quiero, pero al mismo tiempo es imposible seguir queriéndole. Yo estaba casada con Pablo y ahora es Graham'.

Paz Vega no hablaba ni una palabra de francés antes de empezar el rodaje y sigue diciendo sus frases a partir de memorizar la transcripción fonética del diálogo. 'Es un esfuerzo suplementario, pero, como en la película Noriega y yo somos un matrimonio español que vive en París, eso nos permite hablar entre nosotros en nuestro idioma'. Limosin cree que 'el hecho de que sean dos extranjeros refuerza el carácter especial de la situación, aisla aún más a los personajes, les despoja de otra manera de su pasado'. A él no le importa tener que comunicarse con sus actores recurriendo a sistemas de comunicación que no sean el lenguaje verbal. 'En 1998 y 1999 rodé dos películas en Japón, con actores japoneses. Y yo no hablaba su lengua. Ese problema de incomunicación te fuerza a aguzar el ingenio y fijarte en otro tipo de signos'.

Noriega también ha memorizado sus diálogos, 'primero sin apenas saber lo que decía, luego con plena consciencia de los matices'. Lo cierto es que el actor ha aprendido a manejarse en francés con cierta soltura: 'Me instalé en París un mes antes del comienzo del rodaje para estudiar y practicar a diario. Ahora lo entiendo casi todo y soy capaz de mantener una conversación. Claro que a veces me faltan las palabras'. El problema idiomático sí parece coartar el margen de improvisación o el aporte del actor en el terreno de la expresión verbal. 'Cuando llegué a París sólo sabía decir oui, y sólo con subir al taxi descubrí que la gente dice oué. Luego también descubrí que Limosin, en el origen, no quería hacer una cinta de ficción, sino un documental.

Jean Pierre Limosin asiente: 'Pretendía seguir a una persona con este problema durante un año, pero enseguida comprendí que no sería posible. Me interesaba nuestra actitud ante el amor, nuestra dependencia del pasado, nuestra incapacidad de comportarnos al margen de él, la imposibilidad también de crear una relación amorosa cuando no la podemos concebir en el tiempo'.

Novo transcurre en París y Bretaña. El jueves por la noche el equipo rodaba en una clínica de adelgazamiento metamorfoseada en agencia de publicidad. 'Yo trabajo allí como chico de los recados, haciendo fotocopias para unos, llevando el correo a los otros, paquetes a terceros. No puedo tener ningún empleo de responsabilidad y sólo puedo hacer esto', explicaba Eduardo Noriega en un descanso. 'Y eso es agradable, porque la semana que viene me toca ir a Bretaña a rodar una secuencia en la que me baño, desnudo y de noche, en el mar'. La idea de la baja temperatura del agua congela el rostro del actor y su sonrisa de compromiso.

Paz Vega y Eduardo Noriega, en un descanso del rodaje de Novo, en París.
Paz Vega y Eduardo Noriega, en un descanso del rodaje de Novo, en París.DANIEL MORDZINSKI

Abrirse puertas

Noriega ya había acudido a París para presentar alguno de sus anteriores filmes, como Tesis o Plata quemada. Eso significó conceder entrevistas una tras otra, acudir a platós de televisión para contestar a unas pocas preguntas y hacerlo siempre, en español o inglés. El francés se ha sumado ahora a su paleta idiomática. Los fines de semana no regresa a Madrid sino que intenta vivir al margen del equipo de rodaje. Con Paz Vega juega a compartir una baguette porque ya distingue entre este tipo de barra de pan y la banette o la ficelle. Ese deseo de sumergirse en un mundo que no es el suyo, no le impide saber verse desde fuera: 'Cuando hablas en un idioma que no es el tuyo te sientes siempre en representación. Las palabras no fluyen con naturalidad y aún es más difícil que te parezca natural el acento o la música. Es algo que un actor puede utilizar en su favor'. Para abrirse otras puertas que las de casa.

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