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Quizá las intenciones iniciales del Fòrum 2004 han quedado algo desplazadas. Desde que Maragall sugirió la idea de la dialéctica de las culturas y del festival de las artes, la realidad social se ha recrudecido y ha salido a la calle con reivindicaciones radicales. Quizás hoy lo que puede justificar un acontecimiento de esta envergadura es la respuesta directa a estas realidades. Es difícil celebrar un congreso para la paz y la multiculturalidad sin poner en una primera línea operativa el diálogo con esas realidades: los grupos antiglobalización que contestan los sistemas ultraliberales, el movimiento okupa que reclama una nueva distribución del espacio, las reivindicaciones nacionalistas sean o no terroristas, los estudiantes con una escuela pública deficiente, las víctimas de la inmigración mal atendida, la pobreza del Tercer y del Cuarto Mundo.

Ahora esa línea operativa parece ya indispensable. Me temo que si no se plantea así, serán los antiglobalización, los ecologistas radicales, los estudiantes, los okupas, los sin papeles y los sin techo, quienes tomarán la alternativa desde la calle, ante un Fòrum aislado en sus exposiciones, sus escenarios y sus conferencias magistrales. ¿No ha llegado el momento de proponer alguna acción directa, no sólo de diálogo abierto y generoso, sino de realizaciones indispensables y urgentes para encauzar soluciones? Quizá pueda sonar a demagógico, pero sería de agradecer que el Fòrum intentara, por ejemplo, el establecimiento definitivo de un sistema modélico de recepción digna y eficaz de los inmigrantes con vivienda, escuela y aprendizaje laboral. O que impusiera una legislación que permitiera con normalidad regulada la ocupación de los edificios abandonados. O que sentara las bases para que tuvieran voz política los que plantean críticas profundas al sistema.

Ya sé que esto implicaría politizar el Fòrum, es decir, politizarlo hacia la izquierda. Pero, ¿no es ésta la línea operativa que puede justificarlo? ¿No es ésta la línea que debería defender el Gobierno socialista de Barcelona? Claro que, si este fuera el propósito del Ayuntamiento, no creo que pudiera disponer del apoyo de otras administraciones ahora dominadas por criterios políticos más conservadores. ¿No habría que pronunciarse claramente y decidir, con apoyos o sin ellos, hacia qué lado piensa inclinarse el Fòrum de las Culturas que propuso Maragall?

Oriol Bohigas es arquitecto