En la catedral

Quisiera relatar un lamentable suceso que tuvo lugar en la catedral de la Almudena en Madrid el pasado 27 de agosto. Soy una chica de 17 años y estaba visitando el interior de la catedral con mis padres, cuando una aparente discusión entre dos hombres me llamó la atención. Me acerqué. Un vigilante de unos 60 o 65 años estaba pidiéndole a un visitante, un hombre indio de unos 35 años miembro de la religión sij, en un tono muy desagradable y en un volumen de voz excesivamente alto, que lo acompañara hacia la salida.

Cuando me vio, el hombre indio me preguntó en inglés si hablaba español. Dije que sí. '¿Entonces me puedes decir por qué quiere este hombre que le siga?'.

Miré al vigilante, que tenía una expresión de enfado, y le pregunté en un tono calmado cuál era el problema. Enormemente irritado, me respondió: 'Este hombre no puede entrar aquí con ese turbante en la cabeza y esos pantalones cortos'.

Me dieron ganas de chillar al oír esta respuesta. Miré a mi alrededor y vi a numerosos turistas con pantalones cortos, sandalias, camisetas sin mangas... Le dije al visitante indio lo que me había dicho el vigilante y él se quedó atónito. 'Este turbante lo llevo porque forma parte de mi religión, y mis pantalones cortos... Bueno, ¿acaso soy el único que los lleva?'. 'Ya', le dije. 'Esto es simplemente discriminación'.

El vigilante seguía insistiendo en que esta persona abandonara la catedral y la discusión continuó en el exterior de la misma. Mi madre intentó explicarle al vigilante que no había motivo para su histeria.

Mientras tanto, yo le dije al hombre indio que no pensara que todos los españoles somos así. Una señora mayor entró en la discusión, defendiendo al vigilante, mientras que otro señor extranjero se acercó y dijo en inglés que el hombre indio tenía el mismo derecho a entrar en la catedral que cualquier otra persona. Al final, nada resuelto, nos fuimos y el hombre indio me dijo: 'No estoy ofendido. Ese hombre es un pobre ignorante que seguramente nunca ha salido de su pequeño entorno'. Al despedirnos, mis padres y yo, asombrados, comentamos el suceso.

Y sí, es verdad que a la entrada de la catedral hay una hoja de papel (no muy visible) en la cual se ve un teléfono móvil, una camiseta sin mangas y unos pantalones cortos con una 'X' por encima, creo que o se aplica la norma a todo el mundo, o no se aplica a nadie. ¡Y de hecho, no hay ningún turbante con una 'X' por encima! Claramente, el vigilante mostró una actitud racista al dirigirse exclusivamente a esa persona. Espero que esto no ocurra con frecuencia. ¿Qué imagen estamos dando a los extranjeros que visitan nuestro país?