El peón Manuel Dorado sufre dos cornadas
El banderillero Manuel Dorado sufrió un cogidón, que llaman. Uno de esos percances que parece como si duraran una eternidad y ponen los pelos de punta. Resultó con dos cornadas menos graves, pero según se produjo la cogida, casi podría decirse que tuvo suerte. En lo que cabe, claro; entiéndase.
Acababa de saltar a la arena el sexto novillo -serio y cuajado, igual que toda la novillada- y Manuel Dorado lo citó para cerrarlo a tablas. Se le arrancó el novillo, el peón corrió a guarecerse en el burladero y apenas había metido dentro medio cuerpo cuando el novillo lo alcanzó, lo levantó prendido por un muslo, lo estrelló contra las talanqueras, tiró una nueva cornada que dejó doblado sobre el asta al banderillero durante unos segundos angustiosos, lo zarandeó de nuevo... Finalmente el novillo soltó al torero en el equivalente al callejón en una plaza de talanqueras, que así es la de Arganda del Rey.
Doblas / Lescarret, Tejela, Dorado
Novillos de Antonio Doblas Alcalá, serios y con trapío; mansos, la mayoría amoruchados, y deslucidos. Julien Lescarret: tres pinchazos y estocada corta baja (silencio), estocada y descabello (silencio). Matías Tejela: pinchazo hondo trasero, rueda de peones y descabello (petición y silencio); estocada (silencio). Andrés Luis Dorado: pinchazo saliendo volteado, otro hondo atravesado, rueda de peones, dos pinchazos, descabello -aviso- y cuatro descabellos (silencio); tres pinchazos -aviso- y descabello (silencio). Enfermería: el peón Manuel Dorado, cogido por el 6º, intervenido de dos cornadas de 20 centímetros, una en cada pierna, y de contusiones y erosiones; pronóstico menos grave. Plaza de Arganda del Rey, 4 de septiembre. 2ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Ese fue el acontecer más destacado de la tarde y dejó un agrio sentimiento de consternación en el ánimo de los asistentes. La verdad es que, con semejante final, la novillada no había podido ser peor. Transcurrió aburrida, sin momento brillante alguno, porque al ganado que envió Antonio Doblas no había posibilidad de darle fiesta. Todo manso sin paliativos. Y además de manso, descastado, hasta alcanzar la categoría de morucho.
No es que sacara peligro; es que no embestía. Ya el primero dio un curso acerca de las características que ha de reunir una res para ser declarada morucha integral. Julien Lescarret, francés con vocación torera, hizo cuanto sería imaginable para sacar partido a ese prodigio de la mansedumbre, y al que salió cuarto, de semejante catadura, y no hubo manera. Ambos regalos se soltaban de los engaños y se ponían reservones junto a las talanqueras o en la querencia del chiquero.
Matías Tejela consiguió ciertos muletazos de gusto, largura y ligazón en el segundo, único aproximadamente manejable, y le costó una voltereta. Rehecho rápidamente del percance, siguió por derechazos y acabó por manoletinas. Al quinto quiso aplicarle los naturales con pundonorosa insistencia, mas la especie de mulo aquel se le escapaba al abrigo de las talanqueras.
Torero empeñoso en cuajar naturales fue Andrés Luis Dorado, lo que ya supone gran mérito teniendo en cuenta lo que le correpondió lidiar. Se los sacó al tercero, y también derechazos de aseada factura. Luego, al salir de su primer volapié, le alcanzó el novillo pegándole una voltereta.
El sexto alcanzó la cumbre de la moruchez y Andrés Luis Dorado no podía sacarle partido pese a sus porfías. El morucho era incapaz de embestir; pero no de tirar cornadas y estuvo a punto de causar una tragedia con las que le pegó al peón.
Aquel ganado no estaba concebido para la lidia sino para el matadero.
