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INCERTIDUMBRE SOBRE LA GRAN CITA CULTURAL DE BARCELONA

Un proyecto que nació con mal pie

El Fòrum de les Cultures tuvo su origen en un desliz del ex alcalde de Barcelona Pasqual Maragall. El 17 de octubre de 1996, décimo aniversario de la designación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, el entonces alcalde Maragall desvelaba, ante numerosas autoridades y un millar y medio de invitados en el Palacio de Montjuïc, sus planes de organizar en la capital catalana una Exposición Universal para el año 2004.

El precipitado anuncio del alcalde se volatilizó en menos de 24 horas. La agencia internacional que regula la celebración de exposiciones universales no tardó en advertir que, con el nuevo reglamento en la mano, Maragall debería aguardar al menos hasta el año 2010 para hacer realidad su sueño. El patinazo del ex alcalde, desconocedor de la normativa que hacía pocos meses había entrado en vigor sobre la periodicidad de las Expo, constituía un mal comienzo para un proyecto que ha vivido etapas accidentadas en su largo periodo de gestación.

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Grave crisis en el Fòrum 2004

En un intento de salir airoso de su desliz, Maragall siguió insistiendo en su idea de celebrar en 2004 un gran acontecimiento, que posteriormente denominó Fòrum Universal de les Cultures sin precisar cuál sería su contenido, que todavía hoy adolece de falta de concreción.

El lema del acontecimiento, que debía servir de motor para impulsar la recuperación urbanística del río Besòs y la apertura de la ciudad al mar, tan sólo da una vaga idea de su contenido: Las naciones, las regiones, las ciudades, las artes y las religiones del mundo en busca de la paz. Para la preparación de su proyecto, Maragall confió en el mismo equipo que organizó los Juegos de 1992 -Josep Miquel Abad y Romà Cuyàs, entre otros-, aunque el proyecto no ha logrado despertar el entusiasmo ciudadano del que gozó al acontecimiento olímpico.

La idea de Maragall sí consiguió, en cambio, el apoyo unánime del Ayuntamiento de Barcelona. En abril de 1997, el consistorio recobró el espíritu unitario que mantuvo respecto al evento olímpico y aprobó el proyecto del Fòrum, invitando al Gobierno del PP y a la Generalitat a apadrinarlo frente a la Unesco. En noviembre del mismo año, este organismo internacional acordó su incorporación al proyecto, aunque sin comprometerse a participar en su financiación.

En marzo de 1998, Jaume Sodupe asumió, por encargo del sucesor de Maragall a la alcaldía de Barcelona, Joan Clos, la dirección técnica del proyecto. Sodupe admitió entonces que se trataba de una idea que carecía todavía de hilo argumental y de presupuesto.

Tampoco se había creado aún el consorcio organizador del Fòrum, lo que denotaba una cierta falta de entusiasmo que algunos sectores atribuían al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. De hecho, cuando el Consell Executiu tenía previsto aprobar en julio de 1998 la creación de este consorcio, Pujol decidió posponer la decisión hasta después de las vacaciones de verano.

El Fòrum tropezaría posteriormente con nuevos obstáculos. En septiembre de 1999, el Ministerio de Medio Ambiente se oponía al proyecto de ganar terreno al mar en la desembocadura del Besòs con la construcción de una plataforma que debía ser uno de los principales escenarios del acontecimiento. El Ayuntamiento se vio obligado a retocar el proyecto, pero el Gobierno le ponía una nueva traba al negarse a aprobar una ley de beneficios fiscales, lo que habría supuesto la exención del pago del IVA para la organización del evento y para las empresas patrocinadoras.

La cerrazón del Gobierno hizo plantear a Clos la posibilidad de abandonar el proyecto, según reconocería el alcalde unos meses después, cuando el Ministerio de Medio Ambiente se había comprometido de nuevo con el acontecimiento.

A mediados de 2000, se planteaba un nuevo reto ante los responsables del Fòrum: satisfacer las demandas de los vecinos de Sant Martí y del margen derecho del río Besòs. Unas 40 entidades se agruparon en una plataforma y expresaron su temor a que se creara una barrera infranqueable entre sus barrios y la zona destinada al Fòrum.

En diciembre de 2000, las administraciones pactaban un presupuesto de 52.000 millones de pesetas para el Fòrum, una cifra notablemente inferior a los más de 100.000 millones que se planteaban para el evento poco después de que Maragall lanzara su idea.

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