VUELTA AL COLEGIO EN BLINDADO
Más de 7.000 agentes del orden, soldados y guardias de frontera israelíes con coches policiales y jeeps militares se desplegaron ayer -día laborable en Israel- para patrullar las calles de las principales ciudades y efectuar controles, a fin de proteger la vuelta al colegio de los niños y adolescentes de su país, tan traumatizados como los palestinos por la ola de violencia sin precedentes que estalló entre sus pueblos hace casi un año.
'Os prometo que yo mismo me encargaré de la cuestión de la seguridad
, y que no permitiremos que haya más disparos contra [el asentamiento judío de] Guiló o contra cualquier otro barrio de Jerusalén', dijo ayer el primer ministro israelí, Ariel Sharon.
El jefe del Gobierno hizo esa afirmación en la tradicional visita de comienzo del curso escolar, que ayer efectuó a un colegio del asentamiento-barrio de Guiló, de Jerusalén Este y próximo a la ciudad cisjordana autónoma de Belén, ambas convertidas en primera línea de fuego.
Los padres israelíes, ayer, y los progenitores palestinos, el sábado -jornada laborable para los musulmanes, cuyo día sagrado es el viernes-, comenzaron el nuevo curso escolar con verdadero temor por las vidas de sus hijos. En los enfrentamientos y atentados de los últimos 11 meses murieron unos 140 niños y adolescentes palestinos a manos del Ejército israelí, y varias decenas de judíos de esas edades en atentados o por ataques armados palestinos.
'Hablamos de normalidad y nos dieron una considerable dosis de locura; por encima de todas las cosas queremos que nuestros hijos sean felices, felices y libres para desarrollarse en todas direcciones; queremos darles una oportunidad', decía ayer Tali, la esposa pacifista (contradictorio como la vida misma) del ex jefe de Estado Mayor del Ejército israelí y ex líder del Partido del Centro, el general retirado Amnon Lipkin-Shájak.
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