Brillante homenaje a Ataúlfo Argenta en Santander
El festival santanderino nació y está unido a la figura de Ataúlfo Argenta, y, por ello, en este año del cincuentenario, han querido los familiares del director regalar a Cantabria la batuta de plata y brillantes que recibiera en 1953 al coronar en la Plaza Porticada el ciclo de las sinfonías de Beethoven. Antes de que la Orquesta y Coros de Santa Cecilia de Roma inciaran la Novena sinfonía, subieron a escena el consejero de Cultura, José Antonio Cagigas, y el director del festival, José Luis Ocejo, que recibieron de manos de Fernando, Ana María y Margarita Argenta la batuta.
El acto, en su contenido musical, había comenzado con el estreno mundial de la sinfonía-concierto de Xavier Montsalvatge, obra escrita recientemente por encargo del festival. A sus 89 años, Montsalvatge no sólo es el decano de los compositores españoles, sino que además mantiene el vigor y el garbo de sus pentagramas vivos. A lo largo de cuatro movimientos, precisos y preciosos, el compositor de Girona hace arte noble. En medio de las cuerdas, sazonadas por flautín, arpa y percusión, se alza íntegra y contrasta la parte solista enaltecida por el flautista Jaime Martín. Virtuoso como la misma obra, creador de sonido muy bello, Martín frasea y respira como un perfecto cantante y pasa suavemente de la moderación a la ligereza, y de la ternura a la vivacidad. En unión de los instrumentistas romanos, conducidos con nervio y perfección por el coreano Myung-Whun-Chung, se alcanzó un justo éxito rubricado por largas ovaciones.
Ese inmenso mensaje humanitario que es la Novena sinfonía de Beethoven encontró en los Coros y Orquesta de Santa Cecilia una interpretación especialmente adecuada para recordar a Ataúlfo Argenta: apasionada y clarificadora. Del cuarteto de solistas destaca la soprano Ana María Sánchez.
Myung-Whun-Chung y sus músicos y cantores actuaron en el concurso de clausura para interpretar fragmentos operísticos de Verdi y el formidable Stabat Mater, de Rossini, escrito para España y que supone una verdadera antología del genio de Pésaro. De los muy destacados solistas recordamos la belleza vocal y la línea de la soprano chilena Cristina Gallardo. El éxito fue formidable.