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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Real Madrid

En la tarde del pasado miércoles, cuando circulaba por la avenida del Cardenal Herrera Oria, a la altura de la Ciudad de los Periodistas, divisé por el retrovisor del coche los destellos de la policía, que iba en la misma dirección, hacia Fuencarral. Había escaso tráfico en la zona. Con rapidez hice un repaso de la situación: sus majestades los Reyes están de vacaciones en Mallorca; el presidente del Gobierno está en Menorca; quizá algún jefe de Estado que haya venido a Madrid y, como tengo la radio del coche averiada, no me he enterado. Eran dos agentes de la Policía Municipal en moto indicando que nos echáramos a la derecha. Observé que a pocos metros se encontraban otros dos policías en moto con las luces de emergencia y que, al llegar a la altura en que me encontraba, hacían señales con más insistencia de que me apartase, aunque ya no podía más, pues hay una valla de protección en ese tramo de la avenida. Comprobé que estaban dando escolta a un autobús de color azul. Pensé que podría tratarse de algún furgón de presos de los considerados peligrosos para la sociedad. Inmediatamente detrás del autobús marchaba un furgón del Cuerpo Nacional de Policía y sus ocupantes también hacían gestos de que me apartase.

Alarmado, y no puedo ocultar que bastante nervioso por lo inesperado del caso, divisé en el autobús el emblema del Real Madrid. Llegó la paz y la tranquilidad. Me figuré que se trataba de las estrellas, de la constelación en pleno, de los grandes reyes del momento y, haciendo una reverencia mental, exclamé con soniquete de himno blanco y de aquella antigua canción del seiscientos '¡hala, Madrid, la carretera es tuya...!'.

Y se me ocurrió entonces que si otra vez vuelve el Real Madrid a tener problemas económicos con los millonarios fichajes que está haciendo, no sería necesario que los auditores se rompieran la sesera para aclarar la deuda ni recalificar terrenos para construir torres. Con el cobro de un peaje a los automovilistas se solucionaría el problema. Seguro que una parte importante de la sociedad vería bien la idea. Con el fútbol en constante desarrollo, no será necesario traer alijos como los que se encuentran por todas partes. Eso que llaman deporte rey es más natural y menos peligroso para la salud que los complementos de la televisión y de las revistas del corazón. Dentro de poco tiempo, este país, que en algunos aspectos no difiere mucho del que antes llamábamos España, habrá alcanzado, por méritos propios, el gran Estado de bienestar, o de lo que sea, al que nos dirigimos vertiginosamente sin tiempo para pensar y meditar. ¡Hala, España! ¡Hala, este país! ¿Estaremos gestionando bien el más importante capital que tenemos en la cartera, que es el humano? ¿Serán los emigrantes de las pateras los enviados para enseñarnos a pensar entre tanta frivolidad?

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