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Columna
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Sin incidentes

En los dos últimos días se ha hecho gran hincapié en que el desalojo policial de El Labortorio II de Lavapiés se produjo 'sin incidentes'. Como uno se encuentra medio aturdido por el regreso de esa corta realidad de mar y montes y silencio a esta otra larga realidad de asfalto y coches y taladros, pues está desentrenado para advertir la importancia de las palabras. Pero la naturaleza de las palabras consiste precisamente en significar. Decir que el desalojo de los okupas de la plaza de Cabestreros se produjo sin incidentes es pura retórica, porque el incidente mismo es el hecho de haber sido desalojados. No se trata de un galimatías, sino que es el producto de la capacidad, incluso inconsciente, que tienen los medios de comunicación para desvirtuar el significado de las palabras y para desviar la atención sobre el auténtico sentido de los acontecimientos.

En términos genéricos, el incidente, común tanto a éste de El Laboratorio II como al resto de los desalojos de okupas que se han producido no sólo en Madrid, consiste en que se envían agentes antidisturbios contra personas muy pacíficas, de las que el único incidente de que tenemos noticia es que son desalojados: jamás han tenido los medios de comunicación ocasión de informar de ningún incidente provocado por okupas, sino por los antidisturbios que les persiguen. En este caso, el primer incidente producido es, pues, que los antidisturbios desalojan a los okupas. El segundo incidente es que los antidisturbios desalojan a los okupas por sorpresa, cuando el desalojo se esperaba para septiembre pues los okupas habían sido malinformados de que agosto es un mes inhábil para los desahucios. El tercer incidente es que los antidisturbios se presentaron a las siete de la mañana, lo que en términos jurídicos no tengo ni idea de si puede o no considerarse nocturnidad, pero en términos de hecho son horas alevosas y de hecho las 20 personas que había en el edificio en aquel momento estaban durmiendo. El cuarto incidente es que los antidisturbios entraron en el centro de forma agresiva y en número desproporcionado, aunque no se produjeron incidentes porque los okupas no opusieron resistencia. El quinto incidente es que los antidisturbios impedían a los okupas sacar sus enseres del centro en el que dormían plácidamente, extremo que se resolvió sin incidentes porque los okupas lograron llegar a un acuerdo con los antidisturbios.

Hasta aquí la cuestión de ese tipo de incidentes es si se le atribuye a esta palabra un sentido negativo que no tiene necesariamente en sí misma. Porque en su sentido positivo, la palabra incidente es de gran interés. En El Laboratorio II, de hecho, llevan produciéndose incidentes desde su okupación, en enero de 1999. En términos genéricos, el incidente consiste en okupar inmuebles que no son utilizados desde hace años, en general abandonados y en mal estado. En este caso, el primer incidente es que el edificio okupado para El Laboratorio II llevaba 22 años vacío y descuidado. El segundo incidente es que estos okupas de la plaza de Cabestreros realizaban una serie de actividades avaladas por IU y por toda la red de colectivos de Lavapiés, que podemos desglosar en los otros incidentes siguientes: un tercer incidente que incluye el apoyo de la asociación de vecinos La Corrala y de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid, y que demuestra que sus actividades eran necesarias social y culturalmente y disponían de un espacio que no les proporciona el Ayuntamiento; un cuarto incidente que incluye el apoyo de agrupaciones de inmigrantes senegaleses y marroquíes, lo que demuestra que los okupas les brindaban un espacio y un apoyo que les niega el Gobierno y gran parte de la sociedad; un quinto incidente que incluye el apoyo de Ecologistas en Acción, lo que demuestra que sus actividades favorecen al urbanismo y al medio ambiente; un sexto incidente que incluye el apoyo de la asociación Paidós de protección al menor, lo que demuestra que los okupas se ocupan de problemas muy importantes y que ya en 1999, cuando fueron desalojados de la calle Embajadores, habían presentado al Consistorio un proyecto de puesta en marcha de una radio local y de un taller de restauración para esos jóvenes con fracaso escolar de los que no se ocupa ni Dios y para el que ni siquiera obtuvieron respuesta.

Recientemente, uno de esos padres de okupas que se han asociado para defender a sus hijos ante la ley y ante la sociedad afirmaba que los okupas son pacíficos y que no suponen una amenaza porque no están en contra, sino fuera de este sistema. Precisamente lo que asusta al sistema, porque mucho más coraje que estar en contra demuestra el ser capaz de dar el paso de salirse. Por eso se produce el incidente de que les manden a los antidisturbios.

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