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Crónica:COLMENAR VIEJO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Se armó la bronca

Por fin se armó la bronca. Lo raro es que haya tardado tanto en producirse y que haya estallado hasta el quinto toro de la cuarta corrida de feria. Porque la presencia canija de ese quinto de ayer, motivo del monumental escándalo que montó el público, no se apartaba mucho de la de los tres toros de Arauz de Robles que se lidiaron el pasado lunes y a la de los cuatro que habían salido antes al ruedo.

Es posible que el público se fijara en el peso declarado en el cartel que se exhibió antes de la salida de toro tan birrioso y, como era el de menos romana, se decidió a montar la trifulca. Broncas como la de ayer, limitada al abucheo y sin caer en el insulto ni la grosería, son buenas para regenerar la fiesta y, sobre todo, para ver si la plaza de Colmenar Viejo recupera su seriedad de otros tiempos. Lo malo es que en la corrida del lunes, con figuras como Ponce y Jesulín en el cartel, toros tan escuchimizados como estos de Carmen Segovia colaron sin que nadie dijera ni pío y eso nos parece una muy injusta vara de medir.

Segovia / Caballero, Puerto, Califa

Toros de Carmen Segovia anovillados, flojos, mansos y de feo estilo. Manuel Caballero: pinchazo en los bajos y se echa el toro (pitos); media tendida, rueda de peones y descabello (silencio). Víctor Puerto: estocada (oreja); media desprendida (silencio). El Califa: pinchazo y estocada perdiendo la muleta (oreja); estocada (silencio). Se guardó un minuto de silencio en memoria de Manolete, muerto en la plaza de Linares (Jaén) en 1947. Plaza de Colmenar Viejo, 28 de agosto, 4ª de feria. Tres cuartos de entrada.

Ha caído la plaza de Colmenar Viejo en manos de un equipo empresarial que no parece tener mucha afición. El presidente y los veterinarios no debieron aprobar estos novilletes.

A la falta de presencia del ganado se unió su descastado comportamiento. Los seis toros demostraron ausencia total de casta y muy mal estilo. El primero se paraba y terminó gazapeando y huyendo a las tablas. El segundo resultó probón y saltarín. El tercero, un bicho amodorrado, que se rajó enseguida. El cuarto, mirón y de arrancadas imprevistas. El de la bronca embistió feamente y el sexto fue un manso que no se dejó picar y llegó con la cara alta y sin fijeza en la muleta.

La mala calidad de las reses no impidió que se cortaran un par de orejitas. Faltaría más. Se llevó una Víctor Puerto por una faena muy valiente, en la que siempre llevó el dominio de la situación. Otra se llevó El Califa con un toreo de muleta adelantada, con los pies firmes y aguantando los frenazos del toro. Se arrimó demasiado. Caballero salió totalmente desganado y no pudo con ninguno de esos dos enemigos.

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