'La explosión fue tan fuerte que parecía que el techo se venía abajo'
La explosión del coche bomba en el aparcamiento de la Terminal 2 (T2) del aeropuerto de Barajas causó ayer un gran revuelo y mucho nerviosismo entre los pasajeros y empleados que estaban en la zona. La explosión fue 'tan fuerte que parecía que el techo del estacionamiento se venía abajo', según explicó el encargado de las obras de ampliación del Metro, Carmelo Bañuelos. Éste vio que 'algo no marchaba bien' cuando a las ocho menos algunos minutos empezó a entrar mucha policía en el aparcamiento.
'Cuando ha explotado la bomba, todo estaba muy bien organizado. Habían cortado la entrada a la terminal y sólo estaba cerca el personal de seguridad', comentó Bañuelos. 'La explosión parecía que iba a tirar abajo todo el edificio', concluyó. 'Ha sido como un petardo muy fuerte que ha retumbado en toda la zona', señaló Sergio, un trabajador del aeropuerto. Éste vió cómo una media hora antes de la deflagración entraron cuatro coches de la Guardia Civil en el estacionamiento. 'Desde ese momento comenzaron a desviar el tráfico y prohibieron la entrada al aparcamiento', concluyó.
Una equivocación libró a Leonor y a su marido, vecinos de Madrid, de toparse con el coche bomba. Acababan de dejar a su hijo y su mujer en un vuelo de luna de miel a las Islas Canarias. Como no conocen bien el aeropuerto, comenzaron a andar hacia la terminal de Internacional. Entonces se dieron cuenta de su equivocación y regresaron al aparcamiento. Fue cuando explosionó el vehículo colocado por ETA. 'Ha comenzado a salir humo por todas las partes y la gente se ha puesto muy nerviosa. A unos les ha dado por llorar y a otros por llevarse las manos a la cabeza', señaló Leonor.
'Se ha movido el puesto'
La empleada de la cafetería El bar del párking, la más cercana al lugar del atentado, se sorprendió 'del movimiento de policías y vigilantes de seguridad' momentos antes de la bomba. Nadie la avisó hasta que se enteró cinco minutos antes de la deflagración. 'Se ha movido todo el puesto. Parecía que se venía abajo y la gente ha comenzado a chillar. Cuando lo ves en la televisión te asustas algo, pero poco. Aquí es donde se vive el pánico', señaló la camarera. El estado de nervios hizo que se agotaran las teteras de la cantidad de tilas que tuvo que servir en los instantes posteriores a la explosión.
Miguel Estela, un comandante de la compañía Air Nostrum que aterrizaba en ese momento, se sorprendió al ver la densa columna de humo. Segundos después avistó un helicóptero que se quedaba estático encima del aparcamiento. 'Eso ya nos ha hecho pensar a la tripulación que se trataba de una bomba. Cuando hemos hablado con la torre de control, nos lo ha confirmado y nos ha dicho que no nos preocupásemos, que no nos afectaba a nosotros', añadió el piloto.
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